Matutina para Mujeres | Lunes 14 de julio de 2025 | No hago mi voluntad, parte I

Matutina para Mujeres | Lunes 14 de julio de 2025 | No hago mi voluntad, parte I

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Matutina para Mujeres

«Pues he descendido del cielo para hacer la voluntad de Dios, quien me envió, no para hacer mi propia voluntad» (Juan 6:38).

Amelia pesaba cerca de los 120 kilogramos y no parecía estar pensando en cambiar su estilo de vida. Ni siquiera parecía importarle, a pesar de que los médicos le habían indicado que era propensa a un infarto. Gradualmente, había perdido la temperancia y gradualmente su intemperancia había alcanzado niveles muy altos.

Si bien es cierto que la palabra «temperancia» no está escrita en la Biblia como tal, encontramos en su sinónimo en Gálatas 5:23 con la palabra «templanza». Cuánto comer, cuánto dormir, cuánto trabajar, cuánto hablar, son actividades en las que la mayoría de las personas no pueden encontrar un equilibrio. Esto ha dado como resultado desórdenes alimenticios, trastornos del sueño, diversos trastornos psicológicos e inclusive, la intemperancia es causante de malas relaciones interpersonales.

En mi infancia, escuché una frase que decía: «Ama a Dios y haz lo que quieras». Hoy creo que esa es la clave perfecta para la temperancia. ¿Por qué? La respuesta está en el texto de hoy, Jesús amaba a su Padre y era uno solo con él, de manera que hacer la voluntad de su Padre era siempre su gozo. Si la voluntad de Dios es que yo cuide mi cuerpo, voy a hacerlo sin dudar porque mi voluntad está sujeta a la de él. Amamos a Dios y hacemos lo que queremos, porque eso que queremos no es nuestra voluntad sino lo que el Espíritu Santo pone en nuestro corazón.

Cuando nos desconectamos del amor y la voluntad de Dios, nuestros actos están impulsados siempre a

hacer lo malo y a ceder ante las tentaciones. Pero cuando nuestra voluntad está sujeta a la de Cristo, como él estuvo sujeto a su Padre, ningún tipo de intemperancia tiene lugar en nuestra vida.

Finalmente, una tarde de verano, Amelia sintió un fuerte dolor en el pecho que se extendía hasta su brazo izquierdo. Antes de que sus familiares la pudieran llevar a emergencias, ella había muerto de un infarto. Amelia no pudo controlar su alimentación sencillamente porque su mente estaba embotada, pues lo que afecta el cuerpo afecta la mente. De ahí que no podamos tomar decisiones efectivas cuando la intemperancia nos invade.

Si comemos, bebemos, trabajamos, dormimos, hablamos o cualquier actividad que realicemos, hagámoslo todo para la gloria de Dios.

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