La iglesia
“La iglesia […] fue organizada para servir, y su misión es la de anunciar el evangelio al mundo”. Elena de White
Un día, el pastor Donald Morgan estaba observando a cierta distancia el templo del cual era responsable, pensando en cómo su congregación podía llevar el evangelio a la comunidad de una manera mucho más eficaz de lo que lo estaban haciendo. Las personas a las que pastoreaba estaban c, porque el edificio en el que se reunían era espectacular, con historia, y estaba ubicado en una muy buena zona de la ciudad. Pero él no sentía que estuvieran haciendo todo lo que podían. Mientras pensaba en estas cosas, se le acercó un turista:
—¿Es esa una iglesia o un museo? —le preguntó.
Donald se sintió descorazonado. Al instante, aunque con dudas, respondió:
—Espero que sea una iglesia.18
¿Es mi iglesia apenas un bonito edificio? ¿Qué es la iglesia, cuál es su propósito y razón de ser? Comúnmente hablando, la gente se refiere a la iglesia como dos cosas: 1) el edificio donde nos reunimos para adorar a Dios, y 2) la organización a la que se integran un grupo de personas que tienen en común las mismas creencias y principios bíblicos. Pero desde el punto de vista bíblico, la iglesia es una tercera opción: un cuerpo. Esta metáfora del cuerpo que emplea el apóstol Pablo resulta muy interesante porque apunta a que la iglesia es algo vivo, dinámico y orgánico, no algo muerto y estático como un edificio.
Como todo cuerpo, si no se mueve, no crece, no cambia, no está en actividad constante, no tiene una misión, no vive en continuo reavivamiento e interacción con el entorno, la iglesia se atrofia, se convierte en una especie de museo que podemos observar y disfrutar pero que está pasado de moda y no resulta relevante para el mundo de hoy. Lo orgánico es, por definición, dinámico, vivo, activo. Estar sentados escuchando a otros hablar desde la plataforma, para después irnos a casa a continuar con nuestras cosas, no es orgánico y no llevará vida ni salvación fuera de las puertas del edificio donde sucede.
La iglesia es un cuerpo que ha de estar en continuo movimiento, y en el que cada miembro tiene el privilegio de aportar ideas, energía, esfuerzo y actividad coordinada, para que no nos convirtamos en un edificio frío y obsoleto que no aporta nada a la comunidad donde se encuentra ubicada.
Ser un museo para las nuevas generaciones no es nuestra misión. Espero que tu iglesia sea un cuerpo vivo y dinámico gracias, en parte, a la vida y el dinamismo que tú le aportas.
“Ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno de ustedes es un miembro con su función particular” (1 Cor. 12:27).
18 Myrna Teztz y Gary L. Hopkins, Sí, podemos conservarlos en la iglesia (Doral, Florida: IADPA, 2017), p. 57.
Muy interesante, tomemos esta reflexión, en un buen ejemplo