Resoluciones de año nuevo
“Todos debemos nacer de nuevo el primer día de enero”. Henry Ward Beecher
Ha llegado el día de hacer resoluciones de año nuevo. Y aquí estoy con la intención de ayudarte para que, esta vez, seas más realista. Porque, seamos sinceras, ¿cuántas de las resoluciones que tomaste al final del año pasado lograste cumplir en este? Tal vez la reflexión de hoy te ayude a entender un poco mejor por qué no lo lograste y a ser más práctica en el futuro.
Roy Baumeister llevó a cabo un estudio con dos grupos de personas elegidas al azar. Cada participante debía entrar a un cuarto y esperar que lo llamaran. En el cuarto del primer grupo había galletas recién horneadas, pero todos recibieron la instrucción de no tocarlas. En el cuarto del segundo grupo había remolachas, que tampoco debían comer. Tras la espera, todos iban pasando a una sala donde se les haría un examen escrito, que no era duro en cuanto al nivel de dificultad de las preguntas, pero sí en cuanto a su profundidad y extensión. El objetivo era ver qué grupo tenía más autodisciplina y perseverancia en la prueba, es decir, cuál contestaría mayor número de preguntas antes de rendirse (porque todos se rindieron sin terminarlo). El resultado fue apabullante en favor del grupo dos, el de las remolachas. ¿Por qué? Porque los otros habían ejercido mucha autodisciplina mientras esperaban para no comer las galletas, y llegaron al examen con muy poca capacidad restante de disciplina y perseverancia. Los otros, en cambio, no habían tenido ese desgaste.
Sabiendo que nuestra perseverancia y autodisciplina tienen un límite, no hemos de emplearlas en cualquier cosa, pues agotaríamos en cuestiones tal vez superficiales un poder que mejor hemos de emplear en algo más esencial. Nuestras resoluciones no han de estar basadas en hacer o dejar de hacer cosas (lo superficial), sino en buscar cada día la Fuente de poder (lo esencial) que nos permita hacer lo difícil con la convicción de que es para nuestra salvación y la certeza de que él suple lo que nos falta. Unida a esa Fuente de poder, todo lo demás es automático; se convierte en rituales diarios llenos de sentido motivados por valores profundos.
“De todos los sonidos de campana, el más solemne es el que suena en año viejo”.215 Porque al hacernos conscientes del paso del tiempo, nos recuerda nuestra necesidad de unirnos más a Dios.
“No nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Tim. 1:7, LBLA).
215 Frase de Charles Lamb.