Entre dos temores
No tendrás miedo de los desastres repentinos ni de la ruina que les sobreviene a los perversos. Proverbios 3:25, PDT.
Los seres humanos nos movemos entre dos tipos esenciales de temor: el temor a un sinfín de situaciones repentinas que nos puedan suceder y la falta de temor a Dios. Siendo que tener un apropiado temor al Todopoderoso es el remedio contra todos los miedos que tenemos, la ausencia generalizada de este temor santificado ha hecho que cada vez los seres humanos sintamos más miedo. De hecho, una de cada diez personas en el mundo sufre de algún tipo de miedo incontrolable o fobia. Como nuestra vida está regida por aquello a lo que tememos, si tememos a Dios, nuestra vida será regida por él.*
La palabra bíblica traducida como “temor” es el hebreo yare’, mejor traducido como respeto, obediencia, honra y reverencia a Dios. Mientras que la palabra “miedo” suele ser la traducción bíblica del hebreo pachad, que debidamente traducida es pavor, terror, pánico, espanto, desánimo, susto, cobardía. Si “temes” a Dios (es decir, si lo reverencias, respetas, obedeces y honras), todo “miedo” (pavor, terror, pánico, espanto, desánimo, cobardía) desaparece. ¡Alabado sea Dios por tan bella verdad!
La palabra “perversos” o “impíos” usada en el versículo bíblico de hoy, viene de la raíz hebrea rasha’, y puede traducirse como: perverso, criminal, culpable, enemistado contra Dios, malvado, culpable del pecado. Podría referirse a la persona que ha sido herida o abusada, y como resultado se ha vuelto insensible al dolor ajeno y se enemista con Dios. Por eso es saludable no tomar la actitud de otros en forma personal, es mejor ser compasiva y empática con ellos, pues ellos tendrán que enfrentar en su vida las consecuencias de sus actitudes y decisiones.
¿Estás divagando hoy entre dos temores? “Cualesquiera que sean tus angustias y pruebas, expón tu caso ante el Señor. Tu espíritu encontrará sostén para sufrirlo todo. Se te despejará el camino para que puedas librarte de todo enredo y dificultad. Cuanto más débil y desamparado te sientas, más fuerte serás con su ayuda.
Cuanto más pesadas sean tus cargas, más dulce y benéfico será tu descanso al echarlas sobre el Portador de tus cargas. […] Es nuestro privilegio descansar en su amor y decir: ‘En él confiaré; pues dio su vida por mí’ ” (MC, p. 48).
4 Chris Poblete, The Two Fears: Tremble before God Alone (Mission Viejo, California: Cruciform Press, 2012), pp. 59-66.