Sean maestras del bien
“Lo que digas debe estar siempre de acuerdo con la sana enseñanza” (Tito 2:1).
Como puedes ver por el versículo de hoy, Dios nos pide que seamos maestras de “la sana enseñanza”, y esto es algo que solo lo puede hacer alguien muy cualificado. “Maestra” es esa mujer que posee un profundo conocimiento de un tema o de una materia, suficiente como para transmitirlo a otras personas; “maestra” es esa mujer experta, diestra y sabia en un área de conocimiento. Hoy, Dios nos pide que seamos maestras del bien; esa es la materia que debemos conocer, dominar y enseñar. ¿Dedicas tiempo a conocer lo que es bueno, lo que Dios espera de nosotras sus hijas?
Basta dar una rápida mirada a lo que acontece en el mundo para darnos cuenta de que vivimos en medio de la maldad, por todas partes imperan la violencia, la destrucción y la muerte. Lo malo parece haberse adueñado de la mente humana. Por otro lado, el bien es despreciado y considerado carente de valor, cosa de tontos o de perdedores. Esto es porque no se conoce realmente qué es el bien, ni el gran cambio que conocerlo y vivir de acuerdo a él puede causar en la sociedad.
En la Palabra de Dios leemos que de un mismo manantial no puede brotar agua dulce y amarga a la vez, y que de la misma boca no pueden salir bendiciones y maldiciones de manera simultánea (ver Sant. 3:11). Es imposible fluctuar entre dos pensamientos; o estamos de parte de Dios o estamos de parte del enemigo de Dios, que es Satanás. Esa elección primera determinará la naturaleza de lo que enseñemos a las personas que nos rodean. ¿Quieres enseñar el bien? Ponte de parte del bien y con pocas palabras te bastará.
El bien absoluto sí existe: Dios es la bondad personificada. No dudes en desmarcarte de lo malo ni a la hora de ejemplificar lo bueno. Quienes siguen tus pasos, lo agradecerán. Suplica a Dios por entendimiento y sabiduría para cumplir este sagrado encargo; si no lo haces tú, nadie lo hará por ti.