Suegras y nueras
“Orfa se despidió de su suegra con un beso, pero Rut se quedó con ella” (Rut 1:14).
Me resultan impactantes las palabras de Rut a su suegra: “No me ruegues que te deje y me aparte de ti, porque a dondequiera que tú vayas, iré yo, y dondequiera que vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios, mi Dios” (Rut 1:16, RVR 95). ¿Cómo hizo esta suegra para que su nuera se apegara tanto a ella que eligiera seguirla antes que regresar con su familia?
La relación entre suegra y nuera es, en muchos casos, difícil y conflictiva. Hay teorías de por qué es así. Una de ellas es que nuestra cultura parece estar prejuiciada respecto a las suegras, haciéndolas ver como personas desagradables. Es común escuchar que la suegra se entromete en la relación de pareja; y la nuera está dispuesta a ir al ataque. En esta lucha de poder, la única perdedora es la relación.
Yo fui nuera y ahora soy suegra, y me doy cuenta de que en ambos estados debe prevalecer el sentido común y el intentar empatizar con la otra. La suegra tiene experiencias que pueden ser aprovechadas por la nuera; la suegra a su vez debe comprender que su nuera tiene el derecho de construir sus propias experiencias, aunque sea a través del método del ensayo y el error. Hay que cuidar el lazo amoroso entre los implicados: la suegra, la nuera y el hijo/esposo.
La relación suegra-nuera no es comparable a ninguna otra. Es vital sustentarla en los siguientes principios:
- Colaboración mutua; es mejor que la confrontación.
- No menospreciando la opinión de la otra.
- No sobrepasando los límites personales de la otra, atribuyéndose roles que no les corresponden.
- Amando, la nuera, a la madre del esposo, pues a través de ella, él llegó a su vida.
- Amando, la suegra, a la esposa de su hijo, pues ella es quien cuidará de él cuando no esté.
- Permitiendo que Dios sensibilice los corazones, si son humildes.