Matutina para Mujeres | Martes 14 de octubre de 2025 | Confecciona para todos

Matutina para Mujeres | Martes 14 de octubre de 2025 | Confecciona para todos

Matutina para Mujeres

«Siembra tu semilla por la mañana, y por la tarde no dejes de trabajar porque no sabes si la ganancia vendrá de una actividad o de la otra,

o quizás de ambas» (Eclesiastés 11:6).

Hoy, en el marco del «Día Internacional de las Modistas», te contaré una historia. Un caballero distinguido llegó al taller de Ellen, dejando un gran rollo de tela blanca, con la indicación de que debía cortar diversos trajes,

en diferentes medidas, para todo tipo de personas. Solo iba a tenerlos cortados y listos para cuando el cliente los necesitara. Ellen comenzó a cortar los trajes, sin descanso, y pronto estuvo muy agotada. Le parecía que muchas de las personas para quienes estaba trabajando no eran dignas.

Durante veinte años, ella había estado confeccionando ropas y le parecía que su trabajo no era apreciado ni hacía bien a las personas. Cuando el cliente volvió, Ellen le habló de una mujer para la cual debía cortar un vestido. Le dijo que aquella persona no apreciaría las ropas y era una pérdida de tiempo trabajar en ellas.

—Esa mujer —dijo—, es muy pobre, de intelecto inferior, descuidada en sus hábitos y pronto va a manchar el vestido.

Entonces el cliente le respondió:

—Cose los vestidos. Este es tu deber. La pérdida no es tuya, sino mía.

Dios ve aquello que el hombre no ve. «El proyecta la obra que quiere que se haga, y tú no sabes cuál ha de prosperar, si esto o lo otro». En ese momento, Ellen levantó las manos, llenas de callosidades de tanto usar las tijeras y estremecida siguió con su trabajo, pero pronto se cansó. Otra vez se le dijo: —Corta los vestidos. No ha llegado el momento en que te sientas libre de esto.

Al ponerse en pie, vio unas tijeras doradas que cortaban sin esfuerzo y siguió trabajando.

Esta visión fue dada a Elena de White la noche del 6 de febrero de 1868, tras haber sentido un gran agotamiento físico por el arduo trabajo que realizaba. Probablemente, en algún momento, has sentido que tu trabajo no es valorado y has tenido deseos de renunciar. Hoy te invito a que renueves tus fuerzas y recuerdes para quién trabajas. El que te dio el don, cualquiera que sea, quiere que lo uses para con todas las personas. No sabes cuál de ellas estará en el Cielo por tu trabajo. Trabaja para todos, siembra en la mañana y siembra en la tarde, es tu deber.

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