Un nombre nuevo
Pero Jacob, el SEÑOR te ha creado; Israel, esto es lo que dice el que te formó: “No tengas miedo, porque yo te he liberado. Te puse tu nombre y me perteneces”. Isaías 43:1, PDT.
¿Te gusta tu nombre? No hay música más dulce que escuchar tu nombre en labios de quien te ama. Tu nombre es tu identidad, te da sentido de pertenencia y valía. Dios no solo conoce tu nombre, sino que lo cambiará por uno que describe a la perfección tu experiencia vivida. El nuevo nombre que vas a recibir poseerá características específicas:
Es dado por Dios. “Entonces verán las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que la boca de Jehová nombrará” (Isa. 62:2).
Nadie más conocerá el significado. “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe” (Apoc. 2:17).
Los ángeles lo conocerán. “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles (Apoc. 3:5).
Se escribirá sobre ti simbólicamente. “Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo (Apoc. 3:12).
Será dado solo a los obedientes y perseverantes en la fe. “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra” (Apoc. 3:10).
Dios conoce tu nombre y te ama de manera exclusiva. “Jesús nos conoce individualmente, y se conmueve con el sentimiento de nuestras flaquezas. Nos conoce a todos por nombre. Conoce la casa en que vivimos, el nombre de cada ocupante. […] Cada alma es tan plenamente conocida por Jesús como si fuera la única por la cual murió el Salvador. Las penas de cada uno conmueven su corazón.
El clamor por ayuda penetra en su oído. […] Cuida a cada una como si no hubiera otra sobre la faz de la tierra” (DTG, p. 445).