Matutina para Mujeres, Martes 20 de Abril de 2021

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Alabanza a la mujer ejemplar: construye su casa

“La mujer sabia construye su casa; la necia, con sus propias manos la destruye” (Prov. 14:1).

Conocer cómo se construye una casa me resultó muy interesante. La durabilidad y la seguridad de una construcción dependen en gran medida de los cimientos que se le pongan. Cuanto más alto sea el edi­ficio que se desea construir, mayor profundidad deben tener los cimientos que se echen. Una casa con buenos cimientos puede resistir los movimientos ines­perados de la tierra, como los terremotos y los fuertes vientos provocados por huracanes. Una casa bien construida está cimentada sobre piedra y fierro. 

El título y el versículo bíblico de la reflexión de hoy nos presentan a la mu­jer como una constructora sabia. Ella sabe que, para resistir los embates pro­pios de la existencia en un mundo conflictivo e inestable, debe poner un firme fundamento; por eso se asegura de contar con toda la ayuda y la dirección de Dios para cumplir esta noble y difícil tarea. Nunca debe olvidar que la cons­trucción que realiza respecto a su familia tiene como propósito que esta forme parte de la familia de Dios. 

Es en el hogar donde los hijos, a través del ejemplo de la madre, aprenden a conocer a Dios. En la familia aprendemos a sentirnos valiosos para Dios y para los demás, y en ella se forjan patrones de comportamiento basados en el respeto, la consideración, la generosidad y la misericordia. 

Construir vidas es una vocación de la mujer. Dios nos ha provisto de cua­lidades espirituales, físicas y emocionales que nos hacen aptas para tan noble tarea. La delicadeza, la dulzura, la calidez y la ternura son algunas de las he­rramientas necesarias para doblegar la voluntad más obstinada y quebrantar el espíritu rebelde que a veces manifiestan los niños y los jóvenes. Por otro lado, la rudeza, el humor agrio, la insensibilidad y la imprudencia solo con­siguen endurecer sus tiernos corazones. 

La influencia de la madre y la esposa en el hogar es fundamental para el desarrollo de la personalidad; es en casa donde se comienza a ser un buen ciudadano del mundo y de la patria celestial. 

Nuestra obra de construcción será un éxito si cada mañana le pedimos a Cristo, que es la piedra angular y el firme fundamento, que nos provea de valor, firmeza y fe para concluir la obra y presentarnos ante Dios aprobadas, “como obrero que no tiene de qué avergonzarse” (2 Tim. 2:15, RVR 95).

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