
Nunca será un desperdicio
“Los discípulos se indignaron al ver esto. ‘¡Qué desperdicio!’, dijeron” (Mateo 26:8).
En un lujoso aparador de la galería Lafayette en París, reposan 500 mililitros de una fragancia que se puede ver pero no oler. Su costo es de € 200.000. Sin embargo no está a la venta.48 ¡Ese sí que es un desperdicio! Lo que no se usa para servir, es un desperdicio, por muy bueno o caro que sea.
¿Cuánto tiempo había pasado aquella mujer trabajando para comprar aquel perfume que venía en un frasco de alabastro? No lo sabremos con certeza. Lo cierto es que había planeado con anterioridad hacer algo por su Maestro y no podía, desde su perspectiva humana, ser menor a lo que él había hecho por ella. Al sentir el aroma de la fragancia, los presentes reconocieron que se trataba de un perfume muy caro y esto les llevó a preguntar: “¿Para qué este desperdicio?” Lo era para ellos pero no para la mujer. Toda su inversión tenía un objetivo y se centraba únicamente en su Salvador personal. Cada fuerza usada para juntar el precio de su regalo, cada día de trabajo empleado, cada hora, no quedaría sin recompensa. Sí, el perfume se había derramado en el lugar correcto, en la persona correcta y por el motivo correcto: el amor. Por lo tanto, no era un despilfarro, sino la mejor inversión.
¿Qué haces con las fuerzas que Dios te da? ¿Demuestran tus actos lo agradecida que estás con él por su regalo de salvación? Invertir tu tiempo y tus recursos en la obra para Dios y para las personas que amamos, traerá beneficios eternos. ¡Cuán poco tiempo solemos invertir en el estudio de la Biblia y cuánto gastamos en otros pasatiempos! A veces no deseamos invertir tiempo para ir a la iglesia, pero no escatimamos ni fuerzas ni costos para acudir a alguna diversión. En la actualidad, muchos padres han dejado de invertir tiempo con sus hijos y esto ha traído consecuencias desastrosas a las familias y a la sociedad. Y es que si no invertimos en el lugar correcto, automáticamente se invierte en el lugar incorrecto. Aquí no hay inversiones congeladas.
La buena noticia es que en el banco del Cielo, todas tus inversiones tendrán frutos multiplicados. No escatimes tus recursos, tus fuerzas y tu vida por Dios. A Jesús no le pareció un desperdicio el perfume de la mujer y a Dios no le pareció un desperdicio la muerte de Jesús. Ella dio todo. El Cielo dio todo. ¿Qué daremos hoy?