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» Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel:
‘Incluso ahora, si abandonan sus malos caminos
les permitiré quedarse en su propia tierra» (Jeremías 7:3).
La comodidad engendra mediocridad y la mediocridad, en cualquier aspecto de nuestra vida, es repulsiva para
Dios, quien espera lo mejor de nosotros. El pueblo elegido había adoptado actitudes que convenientemente les eran favorables a sus deseos egoístas. Cansado de esos caminos torcidos, el Señor le dice que mejoren sus caminos y sus obras (lee de nuevo el texto de hoy). En los versos 9 al 11 les hace una cruda pregunta: «¿De verdad piensan que pueden […] venir y presentarse delante de mí en mi templo a repetir: ‘¡Estamos a salvo!’, solo para irse a cometer […] maldades? ¿No reconocen ustedes mismos que este templo, que lleva mi nombre, se ha convertido en una cueva de ladrones? Les aseguro que veo todo el mal que ocurre allí».
Dios ve todo, nadie escapa de su vista. Hay una condición que él mismo pone para seguir gozando del privilegio de su cuidado y compañía, y es «mejoren sus caminos y sus obras». La gran barrera que impide mejorar el camino es el orgullo y la autosuficiencia. Al respecto, Elena de White afirma: «A los hombres caídos se les concede otra oportunidad y se les permite, mediante la unión con Cristo, que se eduquen, se mejoren y se eleven para que de ese modo, sean dignos de ser llamados hijos de Dios. Jesús exige que todos los que fueron comprados con el precio de su vida hagan el mejor uso de los talentos que les dio. Deben aumentar su conocimiento de la voluntad divina y mejorar constantemente su intelecto y su moral hasta alcanzar una perfección de carácter un poco inferior a la de los ángeles».
¿Qué mejoras podríamos hacer hoy en nuestro camino? Dicho de otra manera, ¿qué hábitos y prácticas debemos corregir para presentar un servicio agradable ante el Señor? Quizás nuestra alimentación, nuestro carácter, el desempeño de nuestros talentos, quizás los lugares que frecuentamos y las películas que vemos, entre otros. Si sostenemos ser compradas por la sangre de Cristo Jesús, es nuestra responsabilidad hacer mejoras en todo nuestro ser. Podríamos mejorar, por ejemplo, nuestra superficial manera de orar, y a este punto le daremos un espacio especial en el estudio de mañana.

