Matutina para Mujeres | Miércoles 15 de Enero de 2025 | Repobladoras del mundo

Matutina para Mujeres | Miércoles 15 de Enero de 2025 | Repobladoras del mundo

Repobladoras del mundo

“De estos tres hijos de Noé provienen todas las personas que ahora pueblan la tierra” (Génesis 9:19).

En el diluvio universal, las generaciones que Adán y Eva habían procreado cientos de años atrás, quedaron sepultadas bajo las aguas. Solo un grupo de ocho personas sobrevivió gracias a su fe y obediencia. Figuran en el estudio de hoy, tres mujeres de las cuales poco se menciona y, sin embargo, merecen el título de “repobladoras del mundo”, lo que significa que de alguna de ellas provenimos tú y yo. Debido a la buena influencia y testimonio de su suegra, estas mujeres, de quienes no se menciona el nombre, tomaron la decisión de dejar a sus familias para adentrarse al arca de madera junto con tantos animales, en medio del abucheo y las burlas de un público que aseguraba la locura de Noé. Quiero resaltar dos lecciones importantes:

  1. No estaríamos erradas al imaginar que, antes de subir a bordo, estas chicas visitaron a sus familiares y trataron de persuadirlos para que las acompañaran en el viaje, solo para recibir un “no” como dura respuesta. La despedida debió ser muy triste y, sin embargo, sabían de qué lado estaba puesta su fe. ¿Puedes sentir algo de la angustia al oír caer las aguas torrenciales y los gritos desesperados de la gente pidiendo, horrorizados, que alguien les abriera la puerta y saber que tu familia está entre ellos? Sé que sí. Y lo sé porque, al igual que tú, también tengo familiares que en este tiempo de gracia no han querido aceptar la invitación de entrar en el arca. Y otros que han estado adentro y, al ver que el tiempo demora, han decidido salir. Es nuestro deber trabajar con ahínco y fervientes oraciones a favor de nuestra familia. Y, después de cumplida nuestra parte, llegará el día en que habremos de elegir entre la familia o la salvación.
  2. Las nueras de Noé no lo sabían, pero se estaban convirtiendo en el medio que Dios usaría para volver a poblar la Tierra. ¡Qué misión tan importante reposaba sobre sus hombros! Hoy tú y yo tenemos la misma misión. Es nuestro deber preservar y multiplicar los valores que día a día se ahogan en medio de un mundo tan cambiante y alejado de las leyes divinas. Debemos levantar nuestra bandera y decir al mundo que preferimos a Cristo, que somos las mujeres que Dios eligió para la conservación de su legado, para fructificar y multiplicar las buenas obras en su servicio y para que el amor no se extinga entre la humanidad.

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