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«Jesús habló una vez más al pueblo y dijo: ‘Yo soy la luz del mundo.
Si ustedes me siguen, no tendrán que andar en la oscuridad porque tendrán la luz que lleva a la vida’ » (Juan 8:12).
¿Qué pasaría si hoy, al ver por la ventana, te das cuenta que no ha amanecido? Te aseguras de la hora en el reloj, luego confirmas en la computadora. Sí, la hora es correcta y no hay noticias sobre eclipse de sol. Sería extraño, ¿cierto? Existen en el Círculo Polar Ártico, ciudades en las cuales el sol no se ve durante varios días. En algunos, no se ve durante un mes y en otros, como Svalbard, en Noruega, el sol no sale en cuatro meses. Las temperaturas van de -15 a -25 °C como resultado de la ausencia del sol. ¡Cuatro meses de noche! Eso no suena agradable para quienes gozamos cada día de la luz del astro rey.
Estudios realizados en las personas que viven sin sol por varios días dio como resultado el descubrimiento de un trastorno al que los expertos llamaron Trastorno Afectivo Estacional o trastorno de invierno. La doctora Aarohee Desai-Gupta, del Colegio Real de Psiquiatrías del Reino Unido, explicó que la luz solar es clave para nuestro estado de ánimo. Una persona sin la luz de Jesús es una persona lúgubre, tétrica y fría, como el Círculo Polar Ártico, por la falta de sol. La escritora Elena de White escribió: «¿Me ven alguna vez tétrica, abatida o quejosa? Mi fe me lo prohíbe. […] Los que siguen a Cristo más de cerca no son tétricos».
Necesitamos al astro rey que alumbra la tierra y necesitamos al Rey del universo que alumbra nuestras vidas. Así como el sol purifica y desinfecta, necesitamos que el Sol de justicia nos purifique y desinfecte de toda maldad y pecado. Abre las ventanas de tu casa para que los rayos del sol puedan penetrar. Del mismo modo, abre las ventanas de tu corazón para que los preciosos rayos del Sol de justicia entren para darte vida.
La buena noticia es que los rayos de Jesús siempre estarán disponibles cada día, a cada momento, para alumbrar y dar vida a quienes lo necesiten. Querida amiga, no dudes en exponerte a ese precioso Sol. Si hoy estás pasando un momento de oscuridad, confía en que la luz de Jesús puede alumbrar tu camino y devolverte la alegría de vivir.