Escuchar esta entrada:
«Judá dijo a su hermano Simeón: ‘ Ven conmigo al territorio que me ha tocado; atacaremos a los cananeos y después yo también iré contigo a tu territorio. Y Simeón marchó con él’ » (Jueces 1:3, BLPH).
Pensar que no necesitamos la ayuda de nadie es un error que frecuentemente comenten las personas que se sienten autosuficientes. Los resultados no han sido favorables para quienes, dominados por su ego, menosprecian el apoyo que le pueden brindar los demás. Cierto día, las tribus de Israel se encontraban en un dilema. Debían salir a pelear para conquistar tierras, pero debido a que ya no tenían ni a Moisés ni a Josué, consultaron al Señor sobre quién debía subir primero para conquistar la parte del territorio que les había tocado. Por designio divino, la tribu de Judá fue elegida para empezar las batallas. Judá era una tribu grande y, sin embargo, no dudó en pedir ayuda a sus hermanos de la tribu de Simeón. Después de todo, Judá y Simeón eran hermanos de padre y madre (Génesis 29:33-35).
«Los cristianos debieran fortalecerse mutuamente contra los destructivos artificios del reino de Satanás. Los que de esta manera y con el espíritu de amor se ayudan mutuamente, tienen derecho a esperar que Dios bondadosamente bendecirá sus esfuerzos combinados». El resultado de aquella batalla fue que volvieron con la victoria.
Pedir ayuda no es sinónimo de debilidad. No pedirla en medio de la batalla es sinónimo de orgullo y arrogancia. Como hermanas que somos, por los lazos de la sangre de Cristo que nos unen, debiéramos estar siempre dispuestas a pedir ayuda y a brindarla de la misma manera. Si vamos unidas a la guerra que no es contra sangre y carne, el enemigo no tendrá posibilidad de derrotarnos. Nuestra unidad con Cristo y la unidad con nuestros semejantes, es una barrera impenetrable que el enemigo jamás podrá traspasar. Donde hay unidad, hay amor y no hay lugar para el orgullo ni la rivalidad.
La buena noticia es que cuanto más dispuestas estemos para ayudar, más bendecidas seremos por nuestro Padre celestial quien mira con agrado cuando sus hijas se ayudan mutuamente. Donde hay unidad, hay victorias. No dudes en pedir ayuda a las huestes celestiales. Hay un ejército listo para acudir en tu auxilio.