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«A partir de ese momento, muchos de sus discípulos se apartaron de él y lo abandonaron» (Juan 6:66).
La popularidad de un personaje suele atraer más personas a medida que su fama crece. Ya sea por lo que promete, por lo que hace o por lo que su público recibe, la persona popular suele ser amada por sus seguidores. Esta popularidad se pierde cuando el público se siente defraudado o utilizado para fines egoístas. Tal fue el caso, en 2019, de una famosa youtuber que promovía un tipo de alimentación vegana y que finalmente se descubrió que ella misma no la seguía.
Mientras realizaba milagros y suplía sus necesidades, la popularidad de Jesús fue en aumento y muchos eran los discípulos que lo seguían. Cuando comprendieron que el reino de Jesús no era de esta tierra y que el reino de los Cielos implica compromiso y, en ocasiones, sufrimiento, poco a poco se fueron alejando pues, sus motivos egoístas, no les convenía más la compañía de Jesús. Cuando quedaron solo los doce apóstoles, Jesús les hizo la pregunta: «¿Ustedes también se quieren ir?» El que lo sabe todo, como vimos ayer, no formuló la pregunta para saber una respuesta; más bien fue una forma de desafiarlos para que los doce meditaran en
los motivos que ellos tenían para seguirlo. Jesús no había defraudado a nadie, pero su rating de popularidad comenzaba a bajar como consecuencia de hablar de una verdad que ellos no querían escuchar.
¿Qué haces cuando lo que se te dice no es precisamente lo que quieres escuchar? Cuando tu amiga, tu hermana de la iglesia o cualquier otra persona te dice que estás actuando mal, ¿cuál es tu reacción? ¿Buscas una forma de devolver el ataque (aunque no estés siendo atacada), envías una carta de renuncia a la junta directiva y dejas de asistir a la iglesia? Estos son solo ejemplos reales de lo que ha sucedido con personas a las cuales se les dijo lo que no querían escuchar. En estos casos, se ha comprobado que, al igual que aquellos discípulos que se fueron del lado de Jesús porque pensaron que no recibirían una pronta recompensa, han estado sirviendo en las filas del Señor por los motivos equivocados.
Querida amiga, si ya encontraste a Jesús, no vuelvas atrás. Cuando vengan las dificultades y te des cuenta que la vida cristiana no es dormir sobre un lecho de rosas, dile a Jesús: «no me quiero ir, prefiero quedarme a tu lado».