Sean juiciosas
“Pide con todas tus fuerzas inteligencia y buen juicio; entrégate por completo a buscarlos, cual si buscaras plata o un tesoro escondido” (Prov. 2:3, 4).
Una mujer juiciosa es aquella que actúa con madurez, cordura y sensatez. Usa con propiedad su capacidad de discernimiento, y toma decisiones maduras, oportunas y asertivas, especialmente cuando la situación genera dudas y hay falta de consenso. La mujer juiciosa usa la lógica y basa sus conceptos en los valores y principios que se derivan de la Palabra de Dios.
Cuán complicado es actuar así cuando vivimos en un periodo de la historia en el que las emociones han tomado control de la voluntad y la racionalidad. Las decisiones se toman por impulso, sin un proceso introspectivo de reflexión. Son pocas las mujeres que se detienen a valorar objetivamente los porqués de sus decisiones, para que estas sean inteligentes y hechas con buen juicio.
No podemos fluctuar entre lo cierto y lo incierto, entre la verdad y la mentira, entre lo verdadero y lo falso, entre lo bueno y lo malo. Este es un tiempo para definir nuestro rumbo a la eternidad y no ser arrastradas por filosofías mundanas y costumbres que pretenden ser innovadoras, pero que en realidad ponen en riesgo nuestra salvación y la de todos aquellos que caminan sobre las huellas que nosotras vamos dejando en el camino de la existencia humana.
Por eso, querida amiga, ejercita tu capacidad de juicio con las siguientes prácticas:
- Reflexiona y somete tus decisiones al veredicto de Dios.
- No actúes por impulso; déjate guiar por tus convicciones.
- Evalúa después las consecuencias de tus decisiones.
- Resiste la presión social cuando esta sea contraria a la voluntad de Dios expresa en su Palabra.
Que tu oración (y mi oración) diaria sea: “Señor, dame sabiduría para discernir con buen juicio y con humildad lo que quieres de mí, de tal manera que pueda estar cualificada para trazar sendas derechas que puedan seguir los que vienen detrás de mí”. Amén.