Matutina para Mujeres, Sábado 10 de Abril de 2021

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Madres al control de las emociones

“Castiga a tu hijo mientras haya esperanza, pero no se excite tu ánimo hasta destruirlo” (Prov. 19:18, RVR 95).

Una madre joven, con un niño de apenas cuatro años de edad, lle­gó un día a mi consulta. Muy acongojada, me dijo: “Ya no tengo más paciencia”. El pequeñín de cara traviesa era demasiado para ella. Esa madre agobiada no recordaba cuándo ni cómo se había iniciado entre am­bos la lucha encarnizada por el poder. El niño pedía, la madre negaba; el niño gritaba, la madre gritaba también; el niño lloraba, la madre lo golpeaba… Y después de cada reyerta, ambos terminaban llorando. “Esto es cosa de todos los días”, me dijo.

Controlar las emociones frente a un niño obstinado es muy complicado para la mayoría de las madres. Cuando el enojo funcional cambia a ira, el niño recibe castigo físico o verbal, y con frecuencia el niño se vuelve desafiante, provocador y agresivo. La madre, ante esa actitud de su hijo o hija, se llena de culpa e impotencia. Entonces, se crea un círculo vi­cioso muy difícil de romper. 

El control de las emociones es una habilidad que proviene de la llamada inteligencia emocional. La forma de reaccionar frente a las circunstancias es in­dividual y diferente para cada ser humano, y está arraigada biológicamente en nuestra naturaleza. Sin embargo, el control de nuestros estados anímicos se puede ejercer con voluntad y con la ayuda de Dios, si se la pedimos. Por eso, cuando pierdas la paciencia y descubras que estás muy enojada frente a tu hijo, intenta practicar lo siguiente:

  • Respira hondo, para que esa respiración te ayude a estar en calma antes de cualquier acción o reacción.
  • Oblígate a ti misma a bajar el volumen de la voz. 
  • Habla en tono bondadoso pero firme.
  • Dile a tu hijo: “Porque te amo, no permitiré esto”.
  • Antes de señalarle una falta, dale un elogio.
  • Aplica disciplina y no des marcha atrás.
  • Recuérdale que sus deseos no siempre pueden ser cumplidos. 
  • Finalmente, ofrece un contacto físico amoroso. 
  • Ora cuando sientas que una situación te supera.

“Necesitamos confiar en Jesús diariamente, a cada hora. Nos ha prometi­do que según sea el día, será nuestra fuerza. Por su gracia podremos soportar todas las cargas del momento presente y cumplir sus deberes” (Joyas de los Testimonios, t. 2, p. 60).

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