El vacío existencial
“Tu vida brillará más que el sol a mediodía; tus horas más oscuras serán como el amanecer. Tendrás esperanza y podrás vivir confiado; bajo el cuidado de Dios dormirás tranquilo” (Job 11:17, 18).
Hace un par de semanas, vi pasar frente a mi casa a dos damas que iban riendo y charlando, tomadas del brazo en su acostumbrado paseo vespertino. Una de ellas es ciega. Apoyada en el brazo y en la mirada de su compañera, avanza con paso firme disfrutando el momento… ¡realmente admirable! Desde mi perspectiva, considero que la ceguera es una circunstancia difícil, sobre todo cuando pienso en la gran bendición de la vista, con la que podemos gozar de las bellezas de la creación de Dios. Privada de la vista, esta dama disfruta la vida, que está más allá de lo que se puede ver con los ojos. Ella “ve” a través de las emociones y la espiritualidad.
Son muchas las mujeres que, en busca del sentido de la vida, quedan atrapadas en las costumbres de moda, en los estereotipos femeninos erigidos como modelos y en las “nuevas” corrientes sociológicas acerca de la femineidad y su rol en la sociedad. Hemos de ser cuidadosas. No estamos exentas de vivir circunstancias que nos roben el verdadero sentido de la vida. Las crisis de la edad, la presión social y la necesidad de sentirnos valiosas pueden ser razones que nos lleven a desear “tener una aventura” con el mundo.
Es posible que alguien susurre a nuestras emociones que podríamos estar y ser mejores en un ambiente donde se puede experimentar de todo, sin sentirse culpable. Esto es una falacia. Fuimos hechas para lo superior, y siempre seremos llamadas a este ideal. La conciencia culpable es un verdugo que destruye las fortalezas emocionales, espirituales y físicas, llevándonos a un oscuro vacío existencial.
Los vacíos del corazón solo los llena Dios. Una existencia oscura solo se ilumina con la luz de su gracia. Buscar en otro lugar es buscar en vano. Mira más allá de tus ojos físicos; hazlo con los ojos de tu alma y te darás cuenta de que cada minuto de vida tiene sentido cuando pones a Dios como el eje que mueve tu existencia.