Matutina para Mujeres | Sábado 21 de junio de 2025 | Manos a la obra

Matutina para Mujeres | Sábado 21 de junio de 2025 | Manos a la obra

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Matutina para Mujeres

«Levántate, porque es tu deber decirnos cómo debemos proceder para arreglar esta situación. Nosotros te respaldamos, por lo tanto, sé fuerte y actúa» (Esdras 10:4).

Era una tarde fría y no sabían cuán peor se podría poner. Sentados en la plaza de la iglesia, los jefes de familia temblaban por la lluvia que caía, pero un motivo más grande hacía temblar su corazón. El asunto por

el que los habían citado los tenía realmente preocupados, ya que debían tomar decisiones de vida. De pronto, el murmullo se apagó cuando el sacerdote se levantó y comenzó su discurso: «Ustedes pecaron porque tomaron mujeres extranjeras aumentando el pecado de Israel. Ahora den gloria a Jehová, Dios de sus padres y apártense de las mujeres extranjeras».

Mientras el pueblo de Dios estuvo en el cautiverio, tomaron mujeres que no pertenecían al pueblo elegido

del Señor. Esas mujeres habían dado hijos a los israelitas y ahora tendrían que despedir tanto a esposas como a hijos. Sin duda que fue una despedida muy dolorosa, pero las órdenes de Dios no se refutan. Es importante notar que inclusive las familias sacerdotales tenían matrimonios con extranjeras. Pero, para que la bendición de Dios permaneciera con su pueblo, era necesario hacer lo que se les ordenaba. Nuestros actos tendrán

siempre una consecuencia y lo mejor es tomar la responsabilidad de enmendar nuestros errores de acuerdo al plan divino, sin querer buscar una solución alternativa.

De vez en cuando, Estela llamaba a su mejor amiga para ir a la playa a comer camarones y, aunque sabía que su salud no se lo permitía, hacía caso omiso. Durante aproximadamente veinte años, Estela estuvo dentro de la iglesia, hasta que murió, pero nunca hizo el esfuerzo por apartarse de la comida dañina.

¡Manos a la obra! Es lo que nos compete hacer si queremos que la presencia de Dios inunde nuestras vidas. Es probable que, en la vida pasada, hayas hecho pactos con el cigarro, el alcohol, alimentos dañinos o de cualquier otra índole y que, ahora que perteneces al pueblo de Dios, aún sigas con estas prácticas. Es necesario eliminar de nuestra vida todo aquello que no sea del agrado absoluto de Dios. Nuestros malos hábitos forman raíces y engendran hijos que difícultan despedirnos de ellos, pero no hay nada que el esfuerzo humano y la ayuda divina no puedan vencer. Pon manos a la obra en la restauración y abandona los malos hábitos, pues es la única condición para que el Señor te dé la victoria.

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