Tu aporte es significativo
“Donde el espíritu no trabaja con la mano, no hay ningún arte”. Leonardo da Vinci
¿Sabes quién es la primera persona de la que se dice en la Biblia que estaba llena del Espíritu de Dios? Si desconoces este dato, imagino que estarás pensando en Abraham, Moisés, Salomón, Daniel, María… ¿tal vez el mismo Jesús? La intuición nos lleva a estos nombres porque creemos que “lleno del Espíritu de Dios” debe aplicarse a un patriarca, profeta, juez, rey, legislador… a alguien realmente importante que Dios usó para marcar la diferencia. ¿Quién va a pensar que el primero en recibir ese calificativo fue un tal Bezaleel? ¿Cómo? ¿No sabes quién es Bezaleel y te preguntas qué hizo? Eso, en sí mismo, es muy significativo.
El texto bíblico dice lo siguiente: “Yo he llamado por su nombre a Bezaleel […] y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte” (Éxo. 31:1-13, RVR95). Bezaleel era un “simple” artesano (si es que hay algo simple en poner nuestros talentos al servicio de Dios) al que el Señor llamó para participar en la construcción del Tabernáculo. ¿Por qué no llamó a Moisés para esa tarea? ¿Por qué no dijo Dios la palabra y el Tabernáculo existió? Solo él lo sabe. ¿Por qué hoy no recordamos a Bezaleel cuando repasamos a los grandes personajes bíblicos que tanto admiramos? Creo que por nuestra manera errónea de juzgar los logros humanos.
¿Consideramos como alguien lleno del Espíritu a esa persona que se encarga de que el templo esté limpio, la gente salga con orden, las flores estén en su lugar, el mantel de la Santa Cena esté impecable o la anciana viuda tenga quien la recoja para ir a la iglesia? Deberíamos hacerlo, si observamos en ellos dos cosas:
- Tienen esa “inteligencia” que solo puede venir de Dios.
- Lo que tienen, lo ponen al servicio del Señor y de la humanidad, no para que veamos su arte, sino para que Dios los use para su propia gloria allí donde considere.
Todos tenemos algo que aportar a la obra de Dios, y no hay encargo pequeño. El pastor, los ancianos, maestros, directores y líderes, son cruciales si están llenos del Espíritu, pero las necesidades no se limitan a ellos. Dios te ha llamado también a ti, aunque te parezca que lo que aportas es insignificante. Puede parecerlo, pero no lo es. Y Dios es quien te llena de su Espíritu.
“En Cristo […] lo que vale es la fe que actúa mediante el amor” (Gál. 5:6, NVI).