El cristiano, el gobierno y el miedo – 1a parte
Las autoridades no están para darle miedo a la gente que hace el bien, sino a los maleantes. Así que si no deseas temerlas, pórtate bien y las autoridades hablarán bien de ti. Romanos 13:3, NBV.
¿Debe el cristiano opinar en asuntos gubernamentales? Pablo dio su punto de vista respecto a ese particular. La autoridad civil fue permitida por Dios con el propósito de preservar el orden. Dios se opone al desorden, al caos y a la anarquía. Ninguna autoridad humana puede reclamar absoluta devoción, este derecho pertenece solo a Dios. El gobierno debe actuar como agente de bien y justicia. Si la autoridad invierte los papeles y se vuelve tirana, debes seguir siendo una ciudadana leal. Pero cuando la ley civil contradiga la ley de Dios, obedece primero a Dios.
Pablo escribió la Epístola a los Romanos bajo el gobierno del tirano Nerón, el más temible perseguidor de los cristianos. Fue él que ordenó dar muerte al apóstol. Este emperador romano pagano fue brutal y corrupto, y asesinó a muchos adoradores de Dios. Aun así, Pablo nos anima a ser buenos ciudadanos y respetuosos a la autoridad. Dios no aprueba los gobiernos dictatoriales, pero estamos llamados a hacer cuanto esté a nuestro alcance para obedecer las leyes que no comprometan nuestros valores espirituales.
Hay quienes creen que el gobierno está tan corrompido que el cristiano no debería envolverse en ningún sentido: no debería aceptar trabajar para ellos, ni siquiera ejercer el derecho al voto ni prestar servicio militar. Otros presumen que el Estado y la Iglesia están bajo la autoridad de Dios y se complementan entre sí, por lo tanto ellos tienen libertad para servir en cualquiera de estas dos áreas. Hay incluso quienes creen que, como cristianos, tienen el deber de mejorar al Estado, y se envuelven políticamente en cargos de alta jerarquía para lograrlo; en su opinión, la Iglesia y el Estado han de trabajar juntos para lograr un bien común.
El punto de vista paulino es que un gobierno saludable no infunde miedo. Solo los que actúan en contra de la ley deberían temer a los gobernantes. Si la autoridad civil siembra miedo en la población, está usando ese miedo como arma de sometimiento. La dignidad y el respeto propio deberían estar por encima del miedo. El miedo es una característica distintiva de los gobiernos tiranos.
Si eres una ciudadana fiel, no deberías sentir miedo de tus gobernantes. El que nada debe, nada teme.