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«Esto dice el Señor: ‘¡Escuchen mi advertencia! No comercien más en las puertas de Jerusalén en el día de descanso. No trabajen en el día de descanso, sino hagan que sea un día sagrado. Yo les di este mandato a sus antepasados’ » (Jeremías 17:21-22).
Angustia llegó a la iglesia el sábado por la mañana y tomó su acostumbrado lugar. Doña Cansada apenas llegó a la última silla y se acomodó.Entonces, doña Quejumbrosa se sentó a su lado. En eso llegó doña Alegría y caminó directo hasta las primeras sillas. Por todo el pasillo iba dejando el aroma de la felicidad.
–¿Cómo puede venir siempre con esa actitud tan positiva? –preguntó doña Angustia, quien todos los días de culto, incluyendo el sábado, llegaba preocupada por los problemas de la vida.
–¿Acaso no se cansa del quehacer, que llega tan fresca? –dijo doña Cansada, quien toda la vida mostraba un rostro dormitado.
–¿Acaso nada le perturba? –dijo doña Quejumbrosa, quien siempre se quejaba hasta por el más mínimo detalle.
Al terminar el culto, las cuatro se encontraron en la puerta y cuestionaron a doña Alegría. Después de escuchar con atención, ella respondió:
–Claro que tengo problemas, claro que siento pesares, por supuesto que me canso; pero hoy es un día sumamente especial. Es sábado, y está hecho para tener un encuentro especial con Dios. Todas las cargas y preocupaciones, las he dejado en manos de Jesús para poder venir a adorar llena de alegría y gratitud.
¿Cuántas veces hemos llegado los sábados a la iglesia con esas actitudes negativas? De ser así, no se cumple el objetivo por el cual el sábado fue hecho. Aunque en el texto de hoy las cargas se refieren a los artículos que llevaban a vender al templo, lo cierto es que ningún tipo de carga debe obstruir nuestra relación con Dios en ese día. Si el sábado fue hecho para nuestro beneficio y provee descanso, ¿por qué nos empeñamos tanto en llevar pesadas cargas el sábado? Una observancia descuidada del día de reposo mengua las bendiciones que podríamos recibir de él. Muchas veces, al concluir el sábado, salimos iguales o peor que cuando comenzó porque nuestras cargas no hicieron posible que nuestras vidas fueran santificadas. El sábado fue hecho para nuestro descanso físico y espiritual porque Dios sabía cuánto lo necesitaríamos. Descansemos.