El apresuramiento de Adonías
Adonías tuvo miedo de Salomón, y se levantó, se fue y se asió de los cuernos del altar. 1 Reyes 1:50, LBLA.
Llegó la hora de pensar en quién sería el heredero del trono. Amnón, el hijo mayor de David, fue asesinado por orden de Absalón. Daniel, el segundo hijo, posiblemente murió muy temprano, pues solo es mencionado una vez (1 Crón. 3:1). Absalón, el tercer hijo, murió en una rebelión contra su padre (2 Sam. 18:1-18). Adonías, el cuarto hijo, creyó que le correspondía la línea de mando, pero David y Dios tenían planes diferentes. Adonías decidió autoproclamarse rey. Los hombres fieles de David no apoyaron esa insurrección, pues era conocida la predilección por Salomón. David había sido un buen rey, pero había fallado como padre y sufrió las consecuencias. Nuestro liderazgo no garantiza el bienestar espiritual de nuestros hijos. El carácter moral y espiritual requiere tiempo, atención y disciplina para desarrollarse. No te distraigas tanto en responsabilidades laborales o eclesiásticas que no tengas tiempo para ayudar a construir un carácter temeroso de Dios en tus hijos. Su educación es una responsabilidad dada por Dios, mayor que el liderazgo eclesiástico.
Adonías se acostumbró a ser complacido en todo. No conocía límites ni aceptaba disciplina; se dedicó a conseguir lo que deseaba sin importarle cómo afectaba a los demás. Un niño indisciplinado, aunque parezca gracioso a sus padres, resultará en un adulto rebelde que se destruirá a sí mismo y a otros. Por eso, pon límites, restricciones y disciplina a tus hijos pequeños; esto les ayudará a ser respetuosos y a tener autocontrol cuando lleguen a adultos.
David aseguró que su sucesor sería Salomón. Dio instrucciones específicas: que montara la mula del rey, que fuera ungido por el sacerdote y el profeta, que se tocara la trompeta, que se anunciara: “¡Viva el rey Salomón!”, y que se sentara en el trono (1 Rey. 1:33-35). Era evidente que el acto de Adonías era una usurpación del poder legítimo, y quien lo apoyara cometería traición. Adonías tuvo miedo y corrió al lugar de protección, el altar del templo, antes de ser aprehendido, pero esa acción no protegía al culpable. Proveía un refugio temporal hasta que se realizara el juicio, después del cual el fugitivo, de ser encontrado culpable, era removido del altar y ejecutado (Éxo. 21:13, 14).
Si Adonías hubiese consultado la voluntad de Dios, se habría evitado todo ese desastre. No esperes que tu vida esté en peligro para correr a buscar a Dios, búscalo ahora.