Hagamos de nuestro hogar un refugio
“La mujer sabia construye su casa; la necia, con sus propias manos la destruye” (Prov. 14:1).
Sujetando su gorra, y muy nervioso, me contaba su historia. Con frecuencia repetía la misma frase: “No sé a dónde ir”. Finalmente, con la mirada triste, me dijo: “En la escuela no tengo amigos, me va mal en las clases y, cuando salgo de allí, lo que menos deseo es ir a mi casa”. En un gran suspiro, expresó: “Si tan solo llegar a casa fuera agradable”; y seguidamente guardó silencio, mientras secaba una lágrima con el puño de su camisa. Era solo un chico, con la adolescencia encima y el ánimo opacado, como si tuviera más de cien años. Me partió el corazón el hecho de que no encontrara en su hogar un refugio idóneo para las asperezas de la vida.
Los hijos que son agredidos en el hogar se van volviendo intolerantes a la frustración, inseguros, irritables y desafiantes. Al contrario, un hogar donde reinan la cordialidad, el buen humor y la tolerancia, provee a sus moradores tranquilidad, deseos de agradar a los demás, empatía y espíritu servicial. Por eso, hagamos de nuestro hogar un refugio donde todos se sientan seguros y aceptados. Como ves, es de una trascendencia vital.
Para ayudarte a hacer que esto sea posible, aquí tienes las siguientes recomendaciones, que puedes guardar en un lugar visible para tener siempre consciencia de ellas.
- Evita enfocarte solamente en los defectos de los miembros de tu familia. Aprende a elogiar los aciertos y a corregir los errores con firmeza pero con misericordia.
- Expresa gratitud con frecuencia.
- Cuida lo que dices y haces, sobre todo cuando te sientas irritada.
- Provee no solo para las necesidades materiales.
- Expresa afecto en todas sus formas.
- Ofrece perdón cuando se cometan errores.
- Ora en todo tiempo y bajo cualquier circunstancia.
Porque ahora no se puede descargar en forma de audio por favor 🙏🙏