Un punto de vista diferente
Él no toma en cuenta a los que se creen muy sabios, por eso todos le temen. Job 37:24, TLA.
Job terminó su discurso sin deseos de morir ni actitud desesperada. Manifestó esperanza en que de alguna manera sería redimido, su integridad revelada, y su buen nombre restablecido. Su comprensión sobre la justicia divina era más certera que la de sus amigos. Las contiendas de sus amigos también terminaron, aunque seguían convencidos de que Job mantenía un pecado oculto. No tenían más respuestas para alguien que insistía en su inocencia.
Entonces apareció en escena el joven Eliú (Job 32:1-37:24). Pasaba por allí y se quedó a escuchar en silencio la sabiduría de aquellos viejos hombres, pues era irrespetuoso hablar antes que los mayores, y generalmente los jóvenes eran ignorados. Eliú presentó nuevas explicaciones para el sufrimiento: prevenir algo peor, prevenir la transgresión, o un propósito restaurador. Dios no es el autor del mal, sino que lo permite. Aunque no podemos comprender todo lo que Dios permite, deberíamos seguir confiando en él. La fe es más importante que el deseo de encontrar una explicación al sufrimiento. Eliú sí fue un poco más positivo en ayudar a Job, y cuando Dios reprendió a los amigos de Job, no incluyó al joven Eliú (Job 42:7). Pero al final de su discurso se une al mismo punto de vista de los demás. Dios lo interrumpió (38:2) y empezó su propia explicación.
A pesar de su juventud y a pesar de las creencias de la época, Eliú presentó la mejor respuesta. Las respuestas humanas al dolor serán incompletas porque no contamos con todos los hechos, solo Dios los conoce. Pidamos sabiduría divina antes de dar un consejo a quien sufre.
Nos impacientamos porque no vemos a Dios actuar de una manera comprensible para nosotras, y decidimos apresuradamente. Entonces lidiamos con la duda de si estamos confiando en Dios o no. Arrodíllate, pide perdón, espera, y no dejes que el remordimiento te consuma por haber pensado que sabías más que Dios. No presumas diciendo que entiendas un mensaje de parte de Dios, ni interpretes su silencio como su ausencia o falta de interés. Dios tiene la última palabra. Escúchalo por medio de la Biblia, del Espíritu Santo o las circunstancias.
¿Has contemplado el orden perfecto de su majestuosa e intrincada creación? Tú también eres creación suya, hecha a su imagen y semejanza. Su soberanía controla cada aspecto de tu vida.