
El máximo arqueólogo
“Vi a los muertos, tanto grandes como pequeños, de pie delante del trono de Dios. Los libros fueron abiertos, entre ellos el libro de la vida. A los muertos se les juzgó de acuerdo a las cosas que habían hecho, según lo que estaba escrito en los libros” (Apocalipsis 20:12).
Durante la década del año 2010, hubo grandes descubrimientos de hechos ocurridos cientos y miles de años atrás. Uno de ellos tuvo lugar en la costa norte de Perú, donde un equipo internacional interdisciplinar de arqueólogos dirigido por Gabriel Prieto y John Verano, descubrieron las pruebas del mayor sacrificio infantil del Nuevo Mundo. En un acantilado del océano Pacífico, se dio muerte a más de 140 niños y doscientas llamas jóvenes, en un ritual realizado hace más de 550 años.
Otro de los descubrimientos fue el hallazgo del barco Erebus, un buque de investigación del Ártico que, misteriosamente, se hundió en 1846. En 2018, se descubrió en la superficie del mar Negro en la costa de Bulgaria, un barco hundido hace 2.400 años. Ya sea por tierra o bajo del agua, los equipos arqueológicos han descubierto y expuesto a la luz pública, sucesos que por muchos años estuvieron escondidos.
En el Cielo, según menciona el texto de hoy, existen libros en los cuales se registran, al pie de la letra, todas las obras de los hombres. En el día del juicio, nadie podrá negar sus malas acciones porque la evidencia descrita en los libros no tiene margen de error.
Así como los arqueólogos hacen descubrimientos de eventos ocurridos en el pasado, la vida de cada uno de los seres humanos quedará al descubierto. No hay acción buena o mala que no sea registrada. ¿Podrá un asesino esconder para siempre su delito? ¿Podrá un ladrón ocultar su identidad? ¿Podrá el mentiroso y calumniador salirse para siempre con la suya? Es posible que, por mucho tiempo, las malas acciones queden sin un justo pago. No obstante, cuando los libros del Cielo sean abiertos, no importa si los hechos ocurrieron en el principio del mundo, todo pecador será expuesto. Me parece que tomar decisiones acertadas, aquí y ahora, nos ahorrarán momentos de dolor y de vergüenza ante el tribunal celestial.
Querida amiga, la buena noticia es que hoy es un día para pedir perdón al Señor por nuestras faltas y mostrar un genuino arrepentimiento. Que todos los registros que se hallen debajo de nuestros nombres sean acciones que nos permitan entrar a las mansiones eternas.