Los nuestros son más
¡Ánimo! ¡Esfuércense y no tengan miedo del rey de Asiria, ni de toda la multitud que viene con él! ¡Con nosotros está alguien que es más poderoso! 2 Crónicas 32:7, RVC.
Los asirios querían convertir en súbditos a Judá y hacerles pagar impuestos. Quisieron vengarse porque Ezequías había restituido el culto y las ceremonias sagradas, había destruido los ídolos, los altares y los ritos a los cuales el rey asirio era devoto. Asiria y su rey se habían sentido ofendidos, pues consideraban que Ezequías había ofendido a a su dios; así que se dedicaron a ofender y rebajar a Dios al nivel de cualquier ídolo.
Empieza un reavivamiento, una restitución de la verdadera adoración, y se levantará la persecución: “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Tim. 3:12). “Si hubiera un reavivamiento de la fe y el poder de la iglesia primitiva, el espíritu de persecución se reavivaría y sus fuegos volverían a encenderse” (HR, p. 324).
Para enfrentar la invasión asiria, Ezequías cerró las fuentes de agua a las fuerzas invasoras, trayendo el agua a Judá a través de canales debajo de la tierra, edificó los muros caídos, alzó las torres e hizo espadas y escudos (2 Crón. 32:4, 5). En tu lucha espiritual, ¿estás haciendo tu parte? ¿Estás cortando las “fuentes de las aguas” con la cuales el enemigo se nutre? ¿Puedes identificar esas fuentes? ¿Estás levantando los muros caídos (la ley de Dios)? ¿Cómo está tu escudo de la fe y la espada de la Palabra de Dios? Si haces tu parte, Dios hará la suya.
Luego Ezequías confió en que Dios le daría la victoria e hizo un llamado al pueblo a no tener miedo a las fuerzas enemigas. Confía, Dios te dará la victoria en el momento preciso.
Cuando Ezequías comparó a la multitud asiria con los ejércitos del cielo, exclamó: “Más hay con nosotros que con él” (vers. 7). La clave está en entregar nuestras batallas a Dios: “¿Que, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Rom. 8:31).
Dios cumple sus promesas: “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4). Dios hizo un pacto con nosotras, no solo para luchar contigo, sino para luchar por ti. Una confianza inquebrantable en Dios nos levantará por encima de todo temor. Entrega hoy tu batalla a Dios y pídele que luche por ti.