Una historia de perdón
“Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz” (Sant. 5:16, NVI).
Cuando Melissa era pequeña, se mudó con su familia a Palau. Sus padres eran misioneros. Su papá coordinaba toda la obra adventista en la isla y su madre enseñaba en la academia.
Eran una familia muy querida por la comunidad; pero una noche todo cambió.
La madrugada del 22 de diciembre de 2003, cuando ella tenía diez años, un hombre entró a su casa y asesinó a su padre, a su madre y a su hermano mayor. A ella la estranguló y la lanzó por un barranco.
Cuando Melissa recobró la conciencia, gateó hasta un camino, y una pareja la encontró y la llevó a la policía y al hospital. La reina misma fue a acompañarla hasta que llegara su abuela y otra acompañante especializada en trauma (L. Ann Hamel, la autora que compartió más adelante su historia completa en la revista 360º Mission, si quieres leerla).
Las noticias del evento se propagaron por todo el mundo.
Sus abuelos la llevaron a vivir con ellos a los Estados Unidos y en 2018 tuvo la oportunidad de volver a Palau, como siempre había querido hacerlo.
Su abuela había visitado al asesino en prisión muchos años antes, le había compartido literatura cristiana y le había dicho que tanto ella como su familia lo perdonaban y esperaban verlo en el cielo, junto a su hijo, su nuera y su nieto.
Un pastor había continuado con el ministerio carcelario en aquel lugar y estudiado la Biblia con este hombre que, con el tiempo, decidió bautizarse. Aquel homicida, que cumplía tres cadenas perpetuas, había recibido el perdón divino, y en 2018 recibió el perdón de Melissa también. Con lágrimas, ella le dijo que todos somos iguales a los ojos de Dios, que todos necesitamos su gracia salvadora en nuestra vida, y que quería verlo en el cielo.
Quizás hoy te preguntas cómo es posible perdonar de esta manera. El ejemplo de esta joven fue uno de los sermones más poderosos predicados en aquel país, y es un ejemplo de lo que podemos hacer de la mano de Dios.
El perdón no es posible desde nuestra perspectiva, pero si damos lugar a la obra del Espíritu Santo, podremos perdonarnos unos a otros, orar y ser sanados. ¿Estás dispuesto a darle lugar a este don hoy?