Mayordomía
“Pues donde esté tu riqueza, allí estará también tu corazón” (Mat. 6:21).
La palabra “mayordomía” es una palabra extraña, por decirlo de alguna manera. Es otro de esos términos bíblicos que uno siempre oye en la iglesia, pero que luego olvida cuando regresa a su vida cotidiana. ¿Qué significa realmente y qué diferencia debería marcar en tu vida? Yo lo resumiría de esta manera: Solo necesitas tener fe en Jesús para ser salvo para siempre, pero hasta que él regrese a rescatarte, es muy importante que le seas fiel.
La mayordomía es nuestra forma de relacionarnos con cada regalo que Dios nos ha dado. Nuestra salud, nuestros recursos económicos, nuestro tiempo, nuestros talentos: Dios nos ha bendecido de muchas maneras para que disfrutemos de la vida y lo glorifiquemos a través de ella. Algunas personas tienen talentos increíbles para el atletismo, para vender cosas, para ganar dinero, para hablar, para escuchar, para liderar, para cantar… Independientemente de cuáles sean tus talentos, asegúrate de usarlos para Dios. Permanece atento a cualquier oportunidad para compartir tus dones en el ministerio para él.
Nuestra responsabilidad abarca el mundo entero. Dios nos dio un planeta increíble para vivir, ajustado a todas nuestras necesidades. Tómate tiempo para salir a apreciarlo y disfrutarlo, pero también para cuidarlo.
Necesitamos controlar nuestro dinero antes de que él sea el que nos controle a nosotros. Jesús contó varias parábolas sobre el manejo de nuestros recursos. Sin embargo, cuando se trataba de dinero, sus palabras eran particularmente agudas: “Ningún sirviente puede servir a dos amos; porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y a las riquezas” (Luc. 16:13). Los cristianos debemos recordar que, en última instancia, toda la riqueza de la Tierra le pertenece a Dios. Pongamos a Dios en primer lugar en lo que respecta a nuestro dinero, dándole una décima parte de nuestros ingresos, además de ofrendas voluntarias. A cambio, Dios nos bendecirá en lo financiero y en lo espiritual. Perdemos muchas maravillosas bendiciones cuando somos infieles.
La mayordomía fiel siempre paga.