Hasta que sobreabunde
«Traed los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa: Probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, a ver si no os abro las ventanas de los cielos y derramo sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde». Malaquías 3: 10, RV95
Es la zona de Colombia que está ubicada en la parte suroriental. Es un espejo verde inmenso. En aquella vasta llanura se encuentran miles de adventistas del séptimo día, varios distritos pastorales y un sinnúmero de iglesias. Aquella zona fue territorio de grupos armados. Ellos establecieron su imperio allí, total dominio, completo control, y se constituyeron en la única autoridad válida. De los jefes de este movimiento salió la orden perentoria de prohibir la entrada al territorio de pastores de cualquier confesión religiosa.
Cuando uno de nuestros líderes se atrevió a entrar a la zona a pesar de esta orden, fue asesinado sin contemplación. Inmediatamente hubo que retirar todo el personal ministerial de la región. Entonces fueron las damas de la iglesia las que tuvieron que ponerse al frente de las congregaciones para ejercer el liderazgo y brindar cuidado a la feligresía. Los alzados en arma de la región dieron una orden más severa. Ni un solo peso podía sacarse de allí, y los templos no podían abrirse.
Así que decidieron reunirse en grupos pequeños en los hogares. De esa manera, aunque los diezmos eran depositados en estos hogares, no podían seguir su curso para llegar a las oficinas centrales de la iglesia.
A pesar de todo esto, las damas que asumieron la dirección de la iglesia en esa zona idearon una forma para que los miembros pudieran cumplir con el mandato de «traer los diezmos al alfolí»: abrieron una tienda de abarrotes e insumos en la población principal. Los domingos, los hermanos iban a la tienda y además de comprar los elementos necesarios para la semana dejaban allí sus diezmos. Luego, la encargada los llevaba a las oficinas de la Asociación. Durante mucho tiempo estuvieron dispuestos a arriesgar su integridad con tal de cumplir con el mandato divino, y el Señor cumplió su promesa de abrir las ventanas de los cielos para derramar su bendición abundante sobre sus hijos.
Aquel período, a pesar de las limitaciones impuestas, fue el período de mayor crecimiento para la iglesia. Hoy @Dios te dice: «Mi promesa de bendecir a los fieles está disponible para ti y para tu familia. Yo honro a los que me honran».