¿Para qué servía un sello en los tiempos bíblicos?
“Ahora los autorizo a escribir, en mi nombre, lo que mejor les parezca en favor de los judíos. ¡Y sellen las cartas con el sello real!” (Ester 8:8).
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¿Has enviado una carta por correo postal alguna vez?
Si lo has hecho sabrás que hay que pegar, en la esquina superior derecha del sobre, un sello.
¿Sabes qué es un sello? Pídele a un adulto que te muestre uno. Es un cuadradito pequeño de papel, que tiene la imagen de alguien importante de tu país o algún signo grabado que es significativo para tu país.
¿Para qué sirve un sello postal? Se compra para dar valor a ciertos documentos y para pagar el envío de la carta o del documento de un lugar a otro.
En los tiempos bíblicos, no había sellos postales, pues no existía la imprenta. En vez de ser de papel, los sellos se hacían de arcilla, cera, madera, metal e incluso de piedra.
Solían ser redondos y a veces se colocaban en un anillo que los dueños usaban para sellar las cartas, los documentos oficiales, los contratos, los libros que estaban escritos en rollos de pergamino e incluso las tumbas.
Los sellos bíblicos servían para que sus dueños se aseguraran de que todos esos documentos estaban cerrados y firmados. Si una carta estaba sellada, toda la gente sabía a quién pertenecía esa carta o ese documento.
El apóstol Pablo en 2 Corintios 1:22 dice que Dios “nos ha marcado con su sello, y ha puesto en nuestro corazón el Espíritu Santo como garantía de lo que vamos a recibir”. Al igual que una carta era sellada por su dueño, tú le perteneces a Jesús y si lo aceptas como tu Salvador él pone su sello de amor sobre ti.
Dibuja un sobre y un sello de la época bíblica o inventa tu propio sello en tu Diario de Oración.