“Todo lo que podemos hacer viene de Dios”
“No es que nosotros mismos estemos capacitados para considerar algo como nuestro; al contrario, todo lo que podemos hacer viene de Dios” (2 Corintios 3:5, DHH).
En cierta ocasión, mientras estaban en la ciudad de Charlotte, Estados Unidos, Billy Graham y su amigo Graeme Keith entraron en un elevador. Como solía pasar por dondequiera que fuera el pastor Graham, una de las personas que se hallaban en el ascensor lo reconoció y le dijo:
–Usted es Billy Graham, ¿cierto?
–Así es –le contestó Graham.
–Usted es un gran hombre.
La respuesta del pastor Graham es digna de que reflexionemos en ella:
–No, yo no soy un gran hombre. Solo soy un hombre que tiene un gran mensaje.
¡Estamos hablando de Billy Graham, una de las personas más admiradas del cristianismo, el hombre que predicó a más de dos mil millones de personas, el pastor de los presidentes de los Estados Unidos de América! La declaración de Graham nos habla de una persona que sabe dominar su ego, algo muy difícil en nuestra sociedad egocéntrica. De hecho, tituló su biografía Tal como soy, una alusión directa al himno que acompañaba los llamados de sus campañas de evangelización. Harold Myra y Marshall Shelley dicen que, al elegir ese título, “Billy se identificó con cada uno de los que se convierten al pasar al frente, y confiesan sus pecados y debilidades”.⁷⁹ Por eso la grandeza no radicaba en él, sino en el mensaje que le aseguraba que habría perdón y paz para los pecadores como él.
En 2 Corintios 4 se nos recuerda: “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros” (vers. 7). ¿Qué somos nosotros? Vasos de barro. ¿Y cuál es el tesoro? El mensaje de misericordia que el Señor nos ha dado para que lo compartamos con el mundo. Ese “pero” con el que comienza el versículo introduce el contraste entre la gloria del mensaje y la bajeza del instrumento. Por eso “la excelencia del poder” no radica en nosotros, sino en Cristo, que actúa poderosamente en nosotros y por medio de nosotros, a pesar de lo que somos.
Cuando somos capaces de comprender la grandeza del evangelio, estamos listos para ubicar nuestro ego en la perspectiva correcta. Así experimentamos que “no es que nosotros mismos estemos capacitados para considerar algo como nuestro; al contrario, todo lo que podemos hacer viene de Dios” (2 Cor. 3:5, DHH).
79 Harold Myra y Marshall Shelley, Secretos del liderazgo de Billy Graham (Miami: Editorial Vida, 2006), p. 186.