Miércoles 19 de Octubre de 2022 | Matutina para Jóvenes | Los ríos no te ahogarán

Miércoles 19 de Octubre de 2022 | Matutina para Jóvenes | Los ríos no te ahogarán

Los ríos no te ahogarán

«Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán». Isaías 43: 2, RV95

Estábamos realizando un recorrido a caballo por la montaña para cumplir con la visita acostumbrada a nuestros hermanos en una zona de difícil acceso. Me acompañaba uno de los dirigentes de la zona. El hermano guía se detuvo a observar el agua del río y me dijo que tenía la fuerte impresión de que estaba lloviendo en las cabeceras y que posiblemente bajaría una creciente. Las crecientes son peligrosas porque grandes cantidades de agua descienden repentinamente por el lecho del río a grandes velocidades, y traen consigo rocas y toda clase de objetos. Además, la noche se estaba acercando, y eso haría el viaje más peligroso. Así que el hermano tomó la decisión de detenernos. La idea era pasar la noche en una de las casas del camino.

Al amanecer, sentí un estruendo muy fuerte, toda la casa temblaba como si se tratara de un papel. Era la creciente que estaba pasando. Habíamos tomado una sabia decisión. Al otro día nos levantamos y decidimos continuar el camino. Subimos a los caballos y emprendimos nuestro viaje. Al llegar al río me pude dar cuenta de la dimensión de la avalancha que había pasado. El agua aún era turbia y tenía mayor caudal de lo habitual. El hermano acercó su caballo a la orilla y trató de dirigirlo a las aguas, pero el animal no obedeció. Después de espurriarlo, el animal entró al agitado río y nadó trabajosamente hasta cruzar al otro lado.

Ahora me tocaba hacer lo mismo. Mi caballo saltó al agua e inmediatamente sentí la cantidad de objetos que golpeaban su cuerpo y mis piernas.

El caballo avanzaba con dificultad. Repentinamente, por la presión de la corriente, mi silla se soltó y giró, quedando yo dentro del agua. Sentía las piedras y los palos que me golpeaban. Me agarré fuertemente de la barriga del animal, pero sentía que no podría sostenerme y moriría ahogado o arrastrado por el río. Oré:

«Señor, ¡sálvame!». Entonces el caballo dio un salto descomunal y quedó parado en la otra orilla como si una mano gigante lo hubiese levantado. El hermano dijo que realmente era un milagro lo que había ocurrido aquella mañana. Yo sé que Dios me protegió en aquella ocasión, en cumplimiento de la promesa que encontramos en el ver­sícu­lo de hoy.

¿Sientes que estás pasando por fuego o por corrientes de agua? @Dios te extiende la misma promesa del ver­sícu­lo de hoy a ti en este día.

Deja una respuesta