El ladrón de la cesta
«Me da nuevas fuerzas y me lleva por caminos rectos, haciendo honor a su nombre». Salmo 23: 3
Era una sana costumbre de la iglesia, había sido establecida y practicada por muchos años. Cada miembro de la congregación traía un producto alimenticio no perecedero cada sábado y lo colocaba en la cesta ubicada a la entrada del templo. Al final del culto, las encargadas organizaban los alimentos para entregarlos a las familias pobres de la comunidad.
Un sábado, al finalizar la programación notaron que la cesta no estaba. ¡Se la habían robado en algún momento sin que nadie se diera cuenta! Era la primera vez que ocurría algo así, por lo que les pareció un incidente fortuito. Pero el siguiente sábado ocurrió lo mismo y así siguió ocurriendo durante varias semanas. Esto los obligó a organizarse para descubrir lo que estaba sucediendo. Le pidieron a dos de los diáconos que estuvieran pendientes durante toda la programación. Aquel sábado, mientras la congregación oraba pudieron observar cómo una persona entraba sigilosamente y tomaba el canasto y se marchaba con él. Dieron el reporte de lo sucedido y recibieron la instrucción de capturar a la persona.
Llegó el sábado siguiente y nuevamente, en el momento de la oración, vino la misma persona y tomó la cesta con la comida y se dispuso a marcharse. En ese momento los diáconos lo interceptaron. Aquel caballero, al verse descubierto comenzó a llorar y confesó su error. Dijo que había sido despedido del trabajo y que no tenía recursos para darle de comer a su familia. Según contó, un sábado cuando se acercó a la iglesia para pedir ayuda vio el canasto lleno de abarrotes y decidió llevárselo. Y así lo hizo durante varias semanas. Pidió misericordia para que no lo denunciaran a la policía.
Los hermanos decidieron regalarle la comida y dejarlo en libertad. Le dijeron que cada sábado podía regresar a buscar más comida y así lo hizo durante meses. Cada sábado escuchaba el sermón y al final recogía la cesta con comida. Entonces notó que algo comenzó a ocurrir en su vida y en una ocasión asistió con toda su familia. Decidieron estudiar la Biblia y cuando entendieron el plan de salvación fueron bautizados. Hoy permanecen fieles en esa congregación.
Muchas veces el cambio que Dios obra en nuestra vida ocurre poco a poco, casi imperceptiblemente, pero sucede. Hoy @Jesús te dice: «Aún cuando no lo notes, yo estoy trabajando en tu interior. Persevera, pues tengo grandes planes para ti».