Obedeciendo con rapidez
“Sino que esto es lo que les mandé, diciendo: ‘Escuchad mi voz y yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo, y andaréis en todo camino que yo os envíe para que os vaya bien’ ” (Jeremías 7:23).
Era una mañana agradable, el sol brillaba y corría una fresca brisa. Carolina vivía en una casa con un patio lleno de flores. Un verde césped embellecía el paisaje. Por allí pasaba un canal, y sobre este, su padre había construido un pequeño puente para que su hija pudiera jugar. Carolina había sacado sus muñecas y algunos juguetes para divertirse. Su mamá la observaba desde la ventana de la cocina mientras cocinaba.
De repente, la madre sintió un sonido subterráneo extraño, por lo que miró atentamente afuera y vio que el nivel del canal había subido repentinamente, poniendo en riesgo la vida de su hija. Gritó con todas sus fuerzas:
–¡Hija, sal del puente y ven hacia mí!
Enseguida Carolina corrió hacia su mamá sin entender lo que estaba sucediendo. Su madre la tomó en sus brazos mientras las dos miraban atónitas cómo el puente era destruido por el agua del canal que había subido e iba arrasando con todo a su paso. No quedaron juguetes, ni muñecas, ni siquiera rastros de un puente, ya que todo fue arrastrado por la fuerza del canal. ¿Puedes imaginar lo que le habría sucedido a Carolina si no hubiera obedecido enseguida cuando su mamá la llamó? El perder los juguetes y el puente no hubiera sido nada comparado a lo terrible que le hubiera pasado a ella.
Como en esta historia, obedecer enseguida cuando te dan una indicación puede hacer una gran diferencia. Obedecer tarde, muchas veces es desobedecer. Posiblemente has escuchado a tu madre o padre contando “¡Uno, dos, tres!”, para que obedezcas. Esto no debiera ser así, ya que la obediencia siempre debería ser pronta. Muchos niños adquieren el hábito de responder mal cuando les dan una orden, o responden cuando ellos desean y no en el preciso momento en que se les está solicitando algo.
A Jesús le agrada que sus hijos lo obedezcan sin cuestionar ni reclamar. Obedece con felicidad y hazte el hábito de obedecer con rapidez. Así serás feliz y harás felices a los que te rodean. Jesús ama y recompensará a sus hijos fieles y obedientes.
Nina