¡Nada menos!
“Todos los que salgan vencedores se sentarán conmigo en mi trono, tal como yo salí vencedor y me senté con mi Padre en su trono” (Apoc. 3:21, NTV).
Varios años atrás, mientras estudiada en la secundaria, una orquesta vino de visita. Aunque el salón de actos estaba repleto de alumnos, no se oía a nadie hablar. ¡Estábamos todos absolutamente transportados por aquella música maravillosa!
Recuerdo que al final del concierto, el conductor invitó a varios alumnos a que pasaran al frente. Entonces, él les dio la batuta y les permitió conducir a la orquesta. Sin importar cuán alocadamente los alumnos agitaran los brazos, o en qué dirección, la orquesta continuó tocando perfectamente. Era un truco, sí. Pero por unos preciosos momentos, cada uno de esos alumnos se sintió el conductor de una gran orquesta. En el libro de Apocalipsis, Juan revela que Dios nos permitirá gobernar con él: “Serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él durante mil años” (Apoc. 20:6, NTV). ¡Esto no es un truco!
Dios realmente quiere compartir su poder con nosotras y darnos un rol y una función de honor en el Cielo y en la Tierra Nueva. El testigo Fiel y Verdadero dice: “Todos los que salgan vencedores se sentarán conmigo en mi trono, tal como yo salí vencedor y me senté con mi Padre en su trono” (Apoc. 3:21, NTV). En la época en la que Juan escribió estas palabras, los tronos no eran de una sola plaza, como los de ahora. Los tronos eran más anchos y permitían que varias personas pudieran sentarse. Si un rey deseaba honrar a un alto oficial de su reino, lo invitaba a sentarse en el trono con él. ¡Esto es lo que Jesús nos promete! ¿Te lo puedes imaginar? Jesús quiere que seas parte de la corte real del Cielo y que vivas rodeada de una belleza y una gloria deslumbrantes. ¡Pero esto no es suficiente! Él quiere que seas un oficial de alto rango, con responsabilidades e importantes tareas que cumplir. ¡Pero esto no es suficiente! Su amor exuberante no quedará satisfecho sino hasta que te sientes con él en su propio trono. Esto es lo que Jesús quiere darte, ¡nada menos!
Señor, mi imaginación no puede llegar a capturar siquiera una fracción de lo que significará vivir y reinar contigo. Te agradezco y te alabo por la exuberancia de tu amor y la belleza de tu llamado para mí.
Amén
Amén, triplemente amén, feliz día de preparación, el último del año