“Para que vivan como es digno del Señor”
“Para que vivan como es digno del Señor, es decir, siempre haciendo todo lo que a él le agrada, produciendo los frutos de toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios” (Colosenses 1:10, RVC).
Vamos a recordar cuando Don Quijote, el hidalgo caballero, dio inicio a sus andanzas. Según él, durante su viaje eran muchos “los agravios que pensaba deshacer, entuertos que enderezar, sinrazones que enmendar y abusos que mejorar”. Así que sin avisar a nadie, “se armó de todas sus armas, subió a su Rocinante”, y salió muy contento y lleno de alborozo. Pero cuando apenas había iniciado su andar, recordó que él no era un caballero armado, y que de acuerdo con las normas de caballerías, no reunía las condiciones para portar armas. Así que siguiendo las historietas que había leído en las novelas de caballerías, y “pudiendo más su locura que otra razón alguna”, se propuso hacer que el primer caballero que encontrara en su camino lo hiciera caballero, porque solo un caballero podía armar a otro caballero.⁴²
Asimismo, si nosotros queremos ser caballeros que anden con dignidad delante de nuestro Dios, no podremos lograrlo por nuestros propios méritos, ni por nuestra propia fuerza de voluntad. Es el mismo Señor el que nos enseña a andar con dignidad delante de él. En el plan de salvación no hay espacio para los que quieren proclamarse caballeros por sí mismos.
Por ello nos viene bien tomar en cuenta lo que dijo Pablo: “De la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él, arraigados y sobreedificados en él” (Col. 2:6, 7). Nuestro andar se lleva a cabo “en él”; es decir, en Cristo. La salvación es por fe; y nuestras andanzas por la vida cristiana también han de ser un acto de fe. No hay un solo momento de nuestra experiencia espiritual en el que los protagonistas seamos nosotros.
Es Cristo el que marca un antes y un después en nuestra vida. Él dirigió todo el proceso de cambio durante el antes, y lo seguirá haciendo durante el después. ¿Y por qué lo hace? Para que podamos vivir “como es digno del Señor, es decir, siempre haciendo todo lo que a él le agrada, produciendo los frutos de toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios” (Col. 1:10, RVC).
42 Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, Edición del Quinto Centenario. Real Academia Española (Alfaguara: Perú, 2004), p. 34.