El dolor del cambio
“Así que alégrense de verdad. Les espera una alegría inmensa, aunque tienen que soportar muchas pruebas por un tiempo breve. Estas pruebas demostrarán que su fe es auténtica. Está siendo probada de la misma manera que el fuego prueba y purifica el oro, aunque la fe de ustedes es mucho más preciosa que el mismo oro. Entonces su fe, al permanecer firme en tantas pruebas, les traerá mucha alabanza, gloria y honra en el día que Jesucristo sea revelado a todo el mundo” (1 Ped. 1:6, 7, NTV).
Para cambiar, debemos contrarrestar la fuerza de la inercia. Como en la física, nuestras tendencias se resisten al cambio de velocidad y dirección. Por esto, todo cambio implica tolerar incomodidad y dolor. En How People Grow [Cómo crecen las personas], los psicólogos cristianos Henry Cloud y John Townsend lo describen de esta manera: “Modificamos nuestra conducta cuando el dolor de no cambiar es más grande que el producido por el cambio. Las consecuencias [de nuestras malas decisiones] proveen el dolor que motiva el cambio”. Debemos estar lo suficientemente hartas de una situación como para hacer algo al respecto.
El dolor, con toda su incomodidad y desprestigio, es un gran aliado en el cambio. El dolor actúa como una luz ultravioleta, revelando áreas en las que necesitamos madurar. Si aceptamos más obligaciones de las que podemos sobrellevar, el cansancio nos expone. Si no dimos nuestra verdadera opinión por miedo a ofender, la relación enrarecida nos delata. Si no cuidamos bien nuestra salud, nuestro cuerpo lo evidencia. El dolor nos obliga a prestar atención. En palabras de C. S. Lewis, en su libro The Problem of Pain [El problema del dolor]: “Dios nos susurra en nuestros placeres, nos habla en nuestra conciencia, pero grita en nuestro dolor; el dolor es su megáfono para despertar a un mundo sordo”.
Por unos momentos, presta atención a un área de tu vida que te trae dolor y considera cuál es el mensaje subyacente. Pídele a Dios que te ayude a entender cómo puedes aprender y crecer a través de esta experiencia. Pídele a Dios que te dé integridad emocional para no ignorar la realidad, y valentía emocional para enfrentarla; y que te muestre un pequeño paso que puedes dar hoy para cambiar.
Mientras hablas con Dios, reflexiona sobre las palabras del poema “Risk” (Riesgo), de la escritora estadounidense Elizabeth Appell: “Y llegó el día, cuando el riesgo de permanecer apretada en un capullo se volvió más doloroso que el riesgo de florecer”.
Señor, cuando la incomodidad de una situación me revele que preciso cambiar, dame la integridad y el coraje necesarios. Dame sabiduría para dar pequeños pasos cada día y gracia cuando dé un traspié. Gracias por ser mi fuente de valentía y fe. Amén.
Hola Dios les bendiga.
Hermosas reflexiones y mensajes matinales, que sin duda son de gran edificacion en nuestra vida
Les felicito por esta labor que hacen para la honra y la gloria de Dios.
Gracias. Se les aprecia y quiere.
Dios les siga bendiciendo grandemente
Gracias por sus comentarios! Seguiremos trabajando con entusiasmo