Fuerte
“Cada vez él me dijo: ‘Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad’. Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí” (1 Cor. 12:9, NTV).
Vaneetha Rendall Risner es una escritora que admiro no solo por su talento, sino por su ejemplo. Cuando Vaneetha tenía unos veinte años, su vida era “perfecta”. Se había graduado con honores, tenía un excelente trabajo y había formado una bella familia. Vaneetha cuenta que, desde el punto de vista humano, su vida era un éxito rotundo. Pero cuando cumplió treinta, todo comenzó a cambiar: su matrimonio entró en crisis, uno de sus hijos falleció, Vaneetha tuvo cuatro abortos espontáneos y fue diagnosticada con síndrome pospoliomielítico. Entonces, Vaneetha se dedicó a educar a sus hijos en casa y a cocinar comidas deliciosas y nutritivas. Pese a todo, aún se sentía exitosa, aunque con un tipo de éxito diferente. Pero cuando Vaneetha tenía un poco más de cuarenta, todo se desintegró.
Su marido la dejó por otra mujer, diciendo que ella no era una buena esposa, y sus hijos se apartaron de Dios, acusándola de no ser una buena madre. Vaneetha, en su artículo “Weakness and Failure Will Build Your Faith”, escribe: “Todo por lo que había trabajado desapareció. Las cosas que había valorado se desintegraron. No había una sola hilacha de éxito a la cual pudiera aferrarme”.
Sin embargo, Vaneetha cree que su fracaso se transformó en una enorme bendición. Como no tenía otra cosa a la cual aferrarse, Vaneetha se aferró a Dios. “Mis éxitos en la vida nunca me dieron seguridad. Al contrario, me presionaron a seguir siendo exitosa”, agrega. La adversidad y el dolor le enseñaron a Vaneetha a basar su identidad no en sus logros ni en lo que la gente pensara de ella, sino en Jesús. Ella dice que encontró una nueva confianza en sí misma y una profunda paz en medio de la debilidad y el fracaso.
Tendemos a mirar la debilidad y el fracaso con desdén. Sin embargo, es posible que sean un diamante en bruto. “Tus debilidades son la clave para el futuro más grande e inimaginable que Dios ha planeado para ti”, escribe Matthew Kelly, en Rediscover Catholicism [Redescubre el catolicismo]. “Tus fortalezas probablemente ya están dando todos los frutos posibles. Ellas continuarán dando buenos frutos en tu vida, pero en algún momento comenzarán a estancarse. Tu fruto más rico y abundante está íntimamente ligado a tus debilidades”. Nos resistimos a aceptar esta verdad, porque es humillante. Sin embargo, es justamente la humildad de la debilidad lo que vuelve el fruto más dulce y abundante.
Señor, mis debilidades físicas, mentales y espirituales son avenidas para tu gracia. Hoy, con humildad, acepto mis limitaciones. ¡Muéstrame lo que tú puedes hacer con ellas!