Trasplante de alas
“Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza” (Jer. 29:11, NVI).
Hace unos días, vi a una mujer hacerle un trasplante de ala a una mariposa. Katie Van Blaricum se dedica a crear obras de arte con insectos, en Kansas, Estados Unidos. Sin embargo, cuando el zoológico local descubrió que una de sus mariposas monarca había nacido con un ala deformada, la contactaron. ¡Katie sabía exactamente qué hacer! Puso a la mariposa en el refrigerador por unos minutos, para adormecerla un poco. Luego, sosteniéndola con pinzas, cortó el ala dañada (un procedimiento que no le causa dolor a la mariposa; como cuando nos cortamos el cabello). Finalmente, con pegamento de contacto, Katie pegó un ala nueva de un ejemplar de mariposa Graphium, que había muerto unos días antes. Cuando el clima fue más favorable, Katie soltó a la mariposa. Capaz de volar por primera vez, la mariposa se fue, batiendo un ala naranja y otra turquesa.
Algunas veces, para poder volar, tenemos que dejar morir un sueño. Sheridan Voysey, escritor y presentador de radio australiano, en la entrada “When do you let a dream die?” en su blog, explica cuán difícil es hacer las paces con este concepto: “La idea de dejar ir un sueño va en contra de casi todo en nuestra cultura. ¡Las librerías están llenas de libros sobre cómo encontrar un sueño, perseguirlo y cumplirlo! El guión tradicional de una película de Hollywood termina con un sueño hecho realidad. Nadie habla acerca de soltar un sueño o dejarlo morir”. Sin embargo, para seguir adelante, hay momentos en los que es necesario rescindir un plan.
A veces, Dios dice claramente: “No” o “ahora no”. Otras veces, perseguir un sueño afecta nuestra salud física, mental o emocional. O, tal vez, aferrarnos a un plan implica sacrificar relaciones que no deberíamos sacrificar. Un sueño puede ocupar un espacio en nuestra identidad que solo pertenece a Dios. De igual forma, es posible que un sueño perfectamente bueno no se cumpla solo porque vivimos en un mundo imperfecto, un mundo donde existe el pecado. Sea cual sea la razón, hay veces en las que es necesario dejarlo partir. A veces debemos permitir que Dios nos corte un ala, y nos dé un futuro completamente diferente del que planeábamos.
Señor, tú conoces los sueños de mi corazón. Si alguno de ellos no está en tus planes, ayúdame a soltarlo. Quiero sostener todos mis sueños con las palmas abiertas, no apretando los puños. Tú eres digno de confianza; acepto tus planes para mi vida, aun cuando no los entienda.