La perspectiva de la eternidad
“No nos desanimamos. Y aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando de día en día. Porque estos sufrimientos insignificantes y momentáneos producen en nosotros una gloria cada vez más excelsa y eterna” (2 Corintios 4:16, 17, RVC).
¿Sufrimientos “insignificantes y momentáneos”? ¿Cómo puede el apóstol Pablo hablar de esta manera después de todo lo que él padeció?
Según su propia cuenta, en cinco ocasiones recibió “cuarenta azotes menos uno”, en otras tres fue golpeado con varas, una vez fue apedreado y tres veces naufragó. Además, estuvo en peligros de ladrones; en peligros de los de su nación, de gentiles y de falsos hermanos; peligros en la ciudad, en el desierto, y en el mar… (2 Cor. 11:23-26), y pare usted de contar.
Para entender a Pablo, hay que colocar sus palabras en perspectiva: considerarlas a la luz de la eternidad. Es como si el apóstol hubiera dicho: “Cuando comparo mis aflicciones con el gozo supremo que me espera en la Patria celestial, ¡descubro que no son nada!”
Hay aquí una valiosa lección para nosotros. Cuando nos golpeen las tormentas de la vida, cuando parezca que nuestras aflicciones no tienen fin, recordemos que lo transitorio no es nada en comparación con la eternidad. Vivir con la perspectiva de lo eterno no se limita solo a los momentos difíciles que a todos nos toca enfrentar. Ha de ser un estilo de vida para el cristiano.
¿Cómo pudo Abraham, por ejemplo, vivir de tienda en tienda, como peregrino en tierra extraña? “Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Heb. 11:10). ¿Cómo pudo Moisés, durante tantos años, perseverar en la fe en medio de un pueblo terco e incrédulo? “Porque tenía puesta la mirada en la recompensa” (vers. 26).
Eso es lo que significa vivir a la luz de la eternidad. En palabras de Harry Blamires, esta es la perspectiva del cristiano; la perspectiva que examina la realidad terrenal a la luz de lo celestial (The Christian Mind, p. 4).
En términos prácticos, lo que todo esto quiere decir es que, a medida que avanzamos en la carrera cristiana, no hemos de fijarnos tanto “en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Cor. 4:18, RVC).
Padre celestial, al igual que Abraham, Moisés, Pablo, y tantos otros héroes de la fe, hoy quiero vivir a la luz de la eternidad. Y cuando las dificultades se atraviesen en mi camino, ayúdame a mantener la mirada puesta en la recompensa.
En realidad la vida eterna en el Paraíso de Dios es tan agradable y hermosa que no deberíamos quejarnos por los problemas o dificultades por la cuales atravezamos cada día.
👩Amém e que o nosso Deus nos abençoe e nos ajude a manter nossos olhos na eternidade mesmo em meio as provações em nossas vidas!🙏🛐🙌🌹