Secretos de familia
Al momento de vaciar sus sacos, resultó que en el saco de cada uno de ellos estaba la bolsa con su dinero. Cuando ellos y su padre vieron las bolsas con su dinero, sintieron mucho miedo. Génesis 42:35, RVC.
José dejó a Simeón, el instigador de la crueldad cometida contra él veinte años antes, preso hasta que regresaran con Benjamín, para probar que no eran espías. Entonces su hermano Simeón sería liberado.
Con un “se lo dije” (Gén. 42:22), Rubén recordó a sus hermanos la crueldad contra José y su frustrado deseo de liberarlo. Los años no habían menguado la culpa. Creían que estaban siendo castigados por Dios por haber vendido a su hermano José. La expresión lo no libera a nadie del remordimiento, sino que acumula más sentido de culpa, sin aprender la lección del evento pasado, y provoca un sentido defensivo con poca posibilidad de genuino arrepentimiento.
Cuando encontraron el dinero devuelto en sus sacos, lo vieron como un mal presagio y no como una bendición. Aunque algo arrepentidos, todavía culpaban a Dios de su desgracia, exclamando: “¿Qué es esto que nos ha hecho Dios?” (Gén. 42:18). Cuando algo nos sale mal, la primera reacción es preguntarnos: qué Dios me ha hecho sin detenernos a reconocer que cosechamos el resultado de nuestras acciones equivocadas. La culpa hace ver la bendición como castigo.
Jacob estalló en lamentos al oír el informe. No les confiaría a Benjamín, el supuesto único hijo sobreviviente de su amada esposa Raquel. Aceptaron el reproche de su anciano padre, pues eran más responsables de la pérdida de José de lo que el mismo Jacob comprendía. Si los hijos hubiesen confesado la verdad a su anciano progenitor, si hubiesen pedido perdón a Dios, no hubiesen seguido luchando con la culpa y viendo cada acontecimiento como un castigo divino. Pero evitaban hablar de lo acontecido.
La conversación que se evita en una familia es la que más se necesita dialogar. Muchas familias serían beneficiadas si decidieran en oración revisar las heridas del pasado, y enfrentar con coraje lo que los mantiene distanciados o llenos de culpa y rencor.
Reúne a tu familia y visiten los asuntos del pasado que siguen causando dolor, culpa o resentimiento. Otórguense unos a otros el perdón por lo ocurrido, y decidan lograr un presente de reconciliación y gozo.