Salvemos a los niños
«Y el que recibe en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí». Mateo 18: 5, NVI
Aquel domingo a las 9 de la mañana, Yuliana Samboní, de siete años, jugaba en la puerta de su casa en el barrio Bosque Calderón, en Bogotá. Horas después, a las 7: 30 de la tarde, fue encontrada muerta, con signos claros de tortura y violación. El autor del crimen fue un arquitecto de 38 años, perteneciente a una reconocida familia de la sociedad, que la había raptado en la puerta de su hogar. Este caso es solo uno de miles que ocurren a diario en el mundo entero. Las cifras en torno al grado de violencia que padecen los niños son escalofriantes.
Su vulnerabilidad los expone a asesinatos, violaciones, abusos, mutilaciones genitales, trabajos forzosos, maltrato, reclutamiento para la guerra y otros males que ni siquiera quiero mencionar. El mundo se ha enloquecido, y muchas veces los que más sufren las consecuencias son los niños. Cerca de 1,000,000,000 de niños padecen maltrato de parte de quienes deben cuidarlos. En Australia, se reporta que una de cada diez familias aboga por castigar a sus hijos con bastones, palos o cinturones, mientras que en el Reino Unido unos 17,000 niños deben recibir atención especial cada año tras haber sufrido abusos y maltratos. La cifra de niñas casadas asciende a 14,000,000 por año.
¡No podemos quedarnos de brazos cruzados! Eso no es lo que @Dios desea para sus criaturas y, como sus representantes en la Tierra, hemos de colaborar con los ideales del Cielo. Me siento afortunado de saber que le estoy escribiendo a una de las generaciones más conscientes en materia de justicia social y a una generación que vez tras vez se ha levantado en favor de los más débiles.
Hoy tú y yo podemos elevar una oración por los niños del mundo. Podemos dedicar nuestro tiempo, dinero y energías a instituciones que proporcionan el cuidado necesario a niños vulnerables, pero sobre todo podemos amar a los niños que tenemos cerca, a esos que sufren en las calles de tu ciudad y de la mía. En Mateo 18 Jesús se identificó con los niños. ¿Tendrás tú el valor de amarlos como a Jesús?