La máquina del tiempo
“No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar” (Rom. 12:2, NTV).
Mientras entrevistaba a Alia Joy para la Radio Adventista de Londres, ella mencionó que la esperanza es como una segunda lengua que debemos aprender. Alia es autora del libro Glorious Weakness [Gloriosa debilidad], en el que comparte su historia con valentía y honestidad. Alia fue abusada por un vecino cuando tenía tan solo cinco años. Sufre de depresión y fue diagnosticada con trastorno bipolar. Cuando ella habla de esperanza no se refiere a soluciones mágicas, ni a tener respuestas para todas nuestras preguntas. La esperanza de Alia es una gloriosa debilidad, que se hace eco de las palabras de Jesús: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mat. 5:3).
Durante la entrevista le pregunté: “¿Cómo podemos ser auténticos con respecto a nuestras luchas y, al mismo tiempo, hablar el idioma de la esperanza con fluidez?” Alia me dijo que el idioma de la esperanza tiene dos dimensiones: recordar el pasado y proyectarse al futuro. Debemos levantar altares que nos recuerden cómo Dios nos ha acompañado en el pasado, pero también debemos mirar hacia adelante, al nuevo Edén, sin dolor ni enfermedades. Mientras Alia decía estas palabras, se me ocurrió que la esperanza es como una máquina del tiempo: nos permite viajar entre el pasado y el futuro.
Sin embargo, hablar el idioma de la esperanza con fluidez requiere esfuerzo. Cuando aprendemos una segunda lengua, descubrimos que hay palabras y conceptos que no se pueden traducir. Un idioma es un reflejo de una manera de pensar, por eso existen lagunas léxicas. Por ejemplo, la palabra “sobremesa” no tiene una palabra equivalente en inglés. Un inglés que está aprendiendo español deberá aprender tanto la palabra como el concepto de relajarse y charlar a la mesa después de una comida.
La esperanza es el idioma del cielo y refleja la forma de pensar de Dios. Dios no está atrapado en las redes del tiempo y del espacio; por eso, la esperanza se mueve como él, atravesando libremente el pasado y el futuro… como una máquina del tiempo. Para hablar el idioma de la esperanza con fluidez debemos aprender a pensar de forma celestial y a mirar con los ojos de la fe.
Señor, ayúdame a ver mi debilidad como una ventana abierta a tu fortaleza. Quiero aprender a hablar el idioma de la esperanza con fluidez. Ayúdame a mirar con los ojos de la fe, recordando tu fidelidad del pasado y tus promesas para el futuro.
Amen.