Sábado 25 de Marzo de 2023 | Matutina para Mujeres | Conciencia culpable

Conciencia culpable

Les dije a ustedes que yo soy el Señor su Dios, y que no tuvieran miedo de los dioses de los amorreos, en cuya tierra viven ustedes ahora; pero ustedes no me hicieron caso. Jueces 6:10, DHH.

Cuando la guerra cesaba y no había amenaza de peligro, los israelitas se volvían a corromper con las tradiciones y costumbres que les rodeaban. “Tan fuerte era la influencia de estos vecinos paganos y tan débil su propia convicción religiosa, que los israelitas pronto olvidaron la maravillosa intervención de Dios en su favor en el monte Tabor, y se volvieron a sus malas prácticas anteriores. En un nuevo esfuerzo por hacer que la gente comprendiese su pecado, el Señor nuevamente permitió que su territorio fuera invadido, esta vez por los madianitas” (2CBA, p. 339).

Los madianitas y los amalecitas eran feroces habitantes del desierto que se habían mantenido en continuo conflicto con Israel desde que Moisés casi los había destruido, y deseaban vengarse de los israelitas. Durante siete años, estos bandidos venían al inicio de las cosechas y se llevaban todo, incluyendo el ganado, el trigo y cuanto podían, obligando a los israelitas a esconderse en cuevas y montañas rocosas para salvaguardar sus vidas. Dios no realizó un milagro porque él tiene un límite en su intervención en los asuntos humanos. Dios no fuerza la voluntad, y si escogemos un camino contrario al plan divino, no nos impide sufrir las consecuencias naturales de tal decisión.

Tal vez los israelitas no buscaron la ayuda divina inmediata por su conciencia culpable; prefirieron huir que clamar. Pero luego, en su más profunda desesperación, se volvieron a Dios en oración, y Dios oyó su clamor.

“La oración es la respuesta a cada problema de la vida. Nos pone en sintonía con la sabiduría divina que sabe cómo ajustar todo en forma perfecta. A menudo no oramos en ciertas situaciones porque, según nuestro punto de vista, el panorama no tiene esperanzas. Pero nada es imposible para Dios. Nada está tan enredado que no pueda ser remediado. […] Ninguna relación humana está tan tensa que Dios no pueda traer reconciliación y comprensión; ningún hábito está tan profundamente arraigado que no pueda ser vencido; nadie es tan débil que no pueda ser fortalecido. Nadie está tan enfermo que no pueda ser sanado… Todo lo que necesitamos, si confiamos en Dios, él lo suplirá” (RH, 7 de octubre de 1965).

Busca a Dios como primer recurso y no como la última opción.

Hay un mensaje especial para ti:  Miércoles 14 de Septiembre de 2022 | Matutina para Mujeres | Sueños rotos
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