Casadas frente a solteras
“Esposas, sométanse a sus esposos, pues este es su deber como creyentes en el Señor” (Col. 3:18).
La vida no es más generosa con las casadas que con las solteras. En un tiempo se pensó que la mujer no necesitaba preparación, pues solo le era necesario “cazar” un marido y esperar que la sostuviera materialmente por el resto de su vida. No obstante, las mujeres debemos ir al matrimonio por razones superiores al deseo de ser “mantenidas” por un esposo; que nos preparemos es esencial.
Alcanzan logros profesionales y cultivan amistades para no vivir su vida en soledad, con lo que contrarrestan el argumento de quienes aseguran que la mujer debe casarse a como dé lugar para no sentirse sola. Si día a día vemos cómo muchas mujeres contradicen con su vida ciertos estereotipos del pasado, lo lógico es ir abandonando esos estereotipos por falsos.
Amiga, es necesario que sepas que la soledad es un fantasma que merodea en la vida de todos los seres humanos, del que ni solteras ni casadas estamos exentas. Dios es el único que puede satisfacer la necesidad de compañía cuando el corazón se siente solo. Hay muchas personas que se sienten solas, aun estando rodeadas de gente. Hagamos nuestra la promesa del Señor cuando dice: “Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mat. 28:20, RVR 95).
Tanto el matrimonio como la soltería son bendiciones de Dios; ninguno de los dos estados tiene una connotación superior al otro, y ninguno garantiza la felicidad ni la infelicidad. Lo que sí nos garantiza ser felices es tener momentos de verdadera intimidad con Dios.
Deseo concluir la reflexión de este día compartiéndote un pensamiento que encontré a propósito del tema que nos ha ocupado: “La presencia física de una persona no basta para solucionar el problema de la soledad, porque la soledad no se elimina con personas, sino con la ‘comprensión y el cariño’ de las personas, lo que se puede obtener sin casarse”.
Excelente reflexión 👍🏼