Sábado 29 de Octubre de 2022 | Matutina para Mujeres | Aceite de unción

Aceite de unción

“¡Deja que los justos me golpeen! ¡Será un acto de bondad! Si me corrigen, es un remedio calmante; no permitas que lo rechace” (Sal. 141:5, NTV).

Soy una de esas personas que se transforman con el hambre. A medida que el índice de glucosa baja en mi sangre, la irritación y el enojo aumentan hasta desbordar. Hace unos años, una amiga mía, exasperada ante otro de mis episodios de hambre, me dijo: “Bueno, ¡basta! Si sabes que te pasa eso, hazte responsable. Lleva en tu cartera una barrita de cereal a todas partes”. Todavía recuerdo la aspereza de su tono de voz y sus cejas enojadas, ¡pero ella tenía toda la razón del mundo! Su comentario, por más brusco que fuera, me ofreció una solución práctica que no se me había ocurrido antes.

En el Salmo 141, David ora pidiendo aceptar la corrección de los justos. La palabra que él usa al hablar de esta corrección denota tal fuerza que algunas versiones de la Biblia la traducen como “golpe” o “herida”. La reprensión del justo es como una cachetada de realidad en la cara de nuestro orgullo. David ora pidiendo no voltear su cabeza; ora pidiendo humildad para recibir ese golpe, sabiendo que será un bálsamo, un ungüento medicinal, un aceite. ¡Como el aceite de unción! A menudo oramos con el deseo de recibir una unción fresca del Espíritu Santo; pedimos que él nos moldee y que santifique nuestro carácter. Sin embargo, muchas veces ignoramos la respuesta a nuestra oración, porque llega camuflada como una corrección o una crítica. En The Enduring Word Bible Commentary, el comentador bíblico Frederick Meyer reflexiona: “La unción fresca que buscas por la mañana puede que no llegue como un rapto de experiencias emocionales, sino por el trato directo con otro discípulo de Cristo. Siempre que se diga algo acerca de ti que te inculpe o marque errores, recíbelo tierna y humildemente, preguntándote si no contendrá un mensaje de tu Padre”.

Recibir tierna y humildemente la corrección de los justos no es algo que me salga naturalmente. Creo que David tampoco podía hacerlo y por eso oraba, para depender de la fuerza divina.

Señor, quiero aprender a recibir las correcciones y las críticas de los justos con humildad. Tu Palabra dice: “Quien se niega tercamente a aceptar la crítica será destruido de repente sin poder recuperarse” (Prov. 29:1, NTV). ¡Perdona mi rebeldía y sana mi corazón! Ayúdame a comprender que las correcciones que tú inspiras son como el aceite de unción; son una bendición que no puedo negarme a recibir si deseo crecer en Cristo.

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