Viernes 01 de Julio de 2022 | Matutina para Mujeres | Reservado

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Reservado

“Después Samuel dio instrucciones al cocinero para que le sirviera a Saúl el mejor corte de carne, la porción que había sido reservada para el invitado de honor” (1 Sam. 9:23, NTV).

Tres burros perdidos guiaron a Saúl hacia su destino. Cis, el padre de Saúl, era un hombre rico de la tribu de Benjamín. Un día, a Cis se le perdieron tres burros y él envió a su hijo y a un siervo a buscarlos. Esta era una tarea común y para nada glamorosa. Sin embargo, Dios usó la obediencia de Saúl para guiarlo al trono de Israel. Además de buscar por la tierra de Benjamín, Saúl y su siervo atravesaron tres provincias, sin encontrar a los burros por ninguna parte. Cuando estaban a punto de darse por vencidos, el siervo sugirió que fueran a visitar al profeta Samuel para ver si él los podía ayudar. Aunque Saúl no sabía esto, el día anterior Dios le había dicho a Samuel que se preparase para ungir al rey de Israel. Siguiendo las órdenes del profeta, el cocinero preparó una comida especial y guardó una porción para que Saúl la comiera el día siguiente. Cuando Samuel vio a Saúl, Dios le susurró: “Este es el hombre del que te hablé”. Entonces, Samuel lo invitó a comer con ellos y le dio la porción que ya había reservado para él.

A veces pensamos que los planes de Dios para nuestras vidas se volverán realidad cuando algo grande y espectacular nos suceda. Podemos sentirnos atrapadas en nuestra rutina, creyendo que ya es demasiado tarde, que hemos perdido demasiado tiempo. Sin embargo, Rebeca encontró un marido porque estuvo dispuesta a sacar agua del pozo. José fue liberado luego de ayudar a otros prisioneros interpretando sus sueños. Los pastores recibieron la revelación de que el Mesías había nacido cuando estaban haciendo su humilde trabajo. Dios usa lo cotidiano para guiarnos. La Providencia teje con los hilos de nuestra vida común y corriente.

Una de las partes que más me gusta de esta historia es que la porción de Saúl ya estaba reservada. Mientras que él atravesaba la zona montañosa de Efraín y la tierra de Salisa buscando por todos lados, y sin encontrar nada, ¡su porción estaba reservada! Aun cuando se quedó sin comida de tanto andar, ¡su porción ya estaba reservada! Todo lo que Saúl tenía que hacer era ser fiel en esa pequeña tarea. Dios ya había susurrado algo acerca de él y lo cumpliría.

Señor, te agradezco porque mi porción ya está reservada. Todas las palabras que tú pronunciaste acerca de mi vida se cumplirán; ni una sola palabra regresará vacía. Ayúdame a ser fiel en lo cotidiano, creyendo que tú usas las pequeñas cosas para tu gloria.

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