Un llamado a la pureza
“Oh Dios, ¡pon en mí un corazón limpio!, ¡dame un espíritu nuevo y fiel!” (Sal. 51:10).
Si eres adolescente o joven, esta reflexión es para ti. Yo sé que la parte de ti que más cuidas es tu rostro; y no es solo tu caso, pues las mujeres que tenemos más edad también cuidamos el rostro más que ninguna otra parte de nuestro cuerpo. El ideal de toda joven es tener un rostro sin impurezas, pero también debiera ser un ideal que todo el cuerpo esté libre de impurezas. Para lograrlo, es importante alimentarse de una manera sencilla a base de frutas, verduras y hortalizas, nueces y granos, y por supuesto mucha agua. También es importante cuidar de ser puras mentalmente; es decir, en nuestra manera de pensar. Esto es a veces más difícil de lograr, sobre todo ahora, cuando el mundo juvenil está saturado de mensajes que empujan a desarrollar hábitos y pensamientos impuros.
El libertinaje sexual es un pecado que está de moda. A veces, hasta puede parecernos atractivo. Sin embargo, está destruyendo la vida de miles de jóvenes. Pero ¿sabes qué? Regir tus acciones de acuerdo a los mandatos de Dios no te hace una “niña rara” ni pasada de moda; te hace una chica especial, a la que hay que tratar con respeto y admiración.
Debes saber que este tiempo determinará en gran medida lo que llegarás a ser dentro de pocos años. Ahora es la etapa de caminar haciendo a un lado los obstáculos que arroja el enemigo para que no se cumpla el plan de Dios para tu vida. El consejo del sabio es: “Acuérdate de tu Creador ahora que eres joven y que aún no han llegado los tiempos difíciles; ya vendrán años en que digas: ‘No me trae ningún placer vivirlos’ ” (Ecl. 12:1).
Mientras luches por mantener la pureza en todos los aspectos de tu vida, el mundo te llamará mojigata o incluso “mosquita muerta”; esto puede hacerte sentir inadecuada, o pensar que la vida en Cristo es aburrida. Debes saber que todo tiene su tiempo. Hoy estás en la maravillosa etapa de la juventud: tiempo de hacer planes y de disfrutar sin presiones los placeres lícitos que te ofrece el presente.
No te pongas en riesgo tomando decisiones en función de lo que te dice la mayoría. Eres un precioso tesoro para Dios, no permitas que nadie lo estropee.