El camino
“Jesús le contestó: —Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí” (Juan 14:6, NTV).
Cuentan que un hombre quería vivir una aventura inolvidable en la jungla africana. Al viajar a la República Democrática del Congo, el hombre contrató a un guía y ambos se adentraron en la selva. En un momento, la vegetación era tan densa que el guía comenzó a abrir camino a machetazos. El hombre, cansado y acalorado, preguntó frustrado: “¿Dónde estamos? ¿A dónde me está llevando? ¿Dónde está el sendero?” El guía, que contaba con años de experiencia, sencillamente miró atrás y dijo: “Yo soy el sendero”.
Dios es el camino. Su voluntad no es un misterio que hay que descubrir, sino una relación a desarrollar. No se trata tanto del destino, sino de cómo nos forja el camino. Sin duda, “hay momentos en los que las cosas no funcionan como habíamos orado o planeado. A menudo no podemos ver el fin desde el principio. Es probable que solo tengamos suficiente luz como para dar el siguiente paso”, escribe Graham Cooke en “The Will of God is Not a Mystery”. “Sin embargo, si la voluntad de Dios es relacional, entonces nuestra confianza radica en llegar a ser como él, no en nuestra propia versión del éxito”, añade. Lo que realmente importa no es tener una carrera, una pareja o una familia ideal (aunque no hay nada malo en desear estas cosas), sino en quiénes nos estamos convirtiendo, en cómo nos forja el camino. “Debemos confiar […] que se hará la voluntad de Dios, incluso si el resultado no es el que preferíamos… Cuando permitimos que su voluntad sea relacional, estamos diciendo que llegar a ser como él, a través de nuestras circunstancias actuales, es una prioridad más importante que tener éxito”.
Jesús es el Camino. Él es más que un mapa para llegar a un destino; él es el Camino en sí. Él no es un genio en una botella, ni una póliza de seguro contra todo riesgo. Jesús es el Camino. Más que darnos una simple respuesta o indicaciones de cómo llegar a un sitio, Jesús se da a sí mismo. La voluntad de Dios es que, en todas las circunstancias, lleguemos a conocerlo y a amarlo más.
Jesús, tú eres el Guía y el Sendero. Donde sea que me lleves, yo te sigo. Lo que sea que me des, lo recibo. Sea cual sea la situación en la que me encuentre, te pido que la uses para revelarme más de tu amor.
Amen, hermoso mensaje